lunes, 6 de febrero de 2023

Noches de luna llena


Me encantan las noches de luna llena. Su silueta, su brillo, despiertan en mí algo atávico. No es de extrañar teniendo en cuenta que la Tierra y sus habitantes nos encontramos bajo su influencia desde hace millones de años. Desde que se formara por el choque de otro planeta con el nuestro, la luna no ha dejado de ejercer su efecto en nosotros.
Primero ralentizó el movimiento de rotación terrestre (los días duraban cinco horas antes de que ella apareciese), inclinó el eje terrestre (una de las razones que originan el clima de nuestro planeta) y continua interviniendo en la formación de las mareas y las corrientes marinas.


La influencia lunar también está presente entre los seres vivos. Muchos animales dependen de su luz para alimentarse o escapar de los depredadores. Se sabe que muchos animales marinos tienen su ciclo de vida acoplado a las fases lunares, como ciertos corales tropicales que desovan al unísono durante la luna llena, y que hay anfibios a los que la luna ayuda en la búsqueda de pareja para así perpetuar su especie.
En la agricultura, la influencia lunar es de gran importancia dependiendo del tipo de producto que tengamos que sembrar, sobre todo si son tubérculos, bulbos o incluso maíz.
Algunos creen que la luna llena nos altera, incluso que en esas noches hay más crímenes y suicidios, el llamado efecto Transilvania, uno del que todavía no hay pruebas científicas que lo corroboren.


Y mientras la Luna sigue alejándose de la Tierra a 3,78 cm por año, la editorial Galimatazo recupera Munia y la luna, un clásico de Asun Balzola que ganó el premio Apel.les Mestres allá por 1981.
Antes de que cierre la noche, Munia y su familia se acercan al río para recoger agua. La luna ya se refleja en la superficie y Munia decide coger una botella de esa agua con luz de luna. Antes de echarse a dormir, deja su botella en la mesilla. Pero en mitad de la noche, alguien golpea en la ventana. Es la luna que viene a recuperar ese pedacito de luz que Munia se ha llevado.


Inspirada en la figura de su sobrina, Munia Ruiz Balzola, a quien dedica el primer libro de la serie, Asun Balzola creo uno de los personajes más queridos del libro-álbum patrio. Una niña que en parte también es ella y que utiliza para recordar su propia infancia.


Con el estilo que más caracterizó su obra, la autora se deja llevar por los trazos en tinta y las aguadas espontáneas para componer unas ilustraciones delicadas y austeras donde abundan los espacios en blanco. Ella misma explicaba en el número 23 de la revista Peonza las razones de ello: “Quiero ser parca, quiero ser austera, quiero transmitir sensaciones con pocos elementos, insinuar cosas para que los demás las interpreten. Creo que el gesto y el símbolo son importantes, que ambos comunican más cosas, a veces, que una explicación detallada. Y el papel, que exista, que se vea, que respire, que sea parte de la ilustración porque el libro es papel.”
Se ve que lo consiguió porque Munia sigue más viva que nunca.

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