jueves, 16 de enero de 2025

Álbumes reflexivos


Alucino con la cantidad de personas que, parece ser, han descubierto la pólvora en los últimos años. Lo que más me sorprende es su necesidad de comunicárselo a los demás. Será que como un servidor se dedica profesionalmente a esto del aleccionamiento, cala pronto a quienes sienten una atracción desmedida por explicar al mundo sus vivencias.
Pero lo peor de todo ha llegado con esa tendencia de publicar esas vidas ejemplares. No teníamos bastante con las sobremesas en las que cuñados, místicos y enteraos se procuraban una atención desmedida, que ahora publican libros y dejan constancia documental de sus miserias.


Solo tienen que echarle el ojo a las páginas de los periódicos locales… De tanto en cuanto entrevistan al personaje de turno que ha escrito un libro para exorcizar su particular infierno con los malos tratos, la cocaína, el alcohol, el cáncer, la adopción subrogada o la crianza. Toda una serie de avatares que, según ellos, nos pueden servir para hacer frente a los nuestros o, según se mire, cortarnos las venas.
Que yo esté a favor de la pluralidad, no significa que cualquier testimonio tenga calidad literaria. Sea ficción o no ficción, lo que se publica debe estar escrito con una miaja de mínimo gusto. Luego vienen la maquetación, la impresión, la ortotipografía, la encuadernación y el papel, pues también debo señalar a todas esas editoriales que han aparecido de unos años a esta parte y buscan sacarles los cuartos a todos estos incautos con la coedición de sus penurias y recetas de autoayuda.


Como la LIJ no es un género aislado, se agradece encontrar de vez en cuando libros reflexivos que tengan un mínimo de elegancia. Este es el caso de los tres títulos que saco hoy a la palestra para que algunos tomen nota si tienen intención de regalarnos sus reflexiones. No solo basta con abrirse en canal y deshacerse en intensidad, sino encontrar un equilibrio entre la víscera y la estética.


Allá donde vayas, mi amor irá contigo es el libro de Birgitta Sif con el que damos el pistoletazo de salida a este pequeño monográfico. Editado por Andana, este álbum narrativo con más de cien páginas se divide en ocho pequeñas reflexiones que, a modo de fábulas ilustradas, nos acerca visiones personales sobre la vida que su autora ha querido regalar a sus dos hijas y de paso a todos los lectores que se acerquen a él.


Reflexiones sobre la esperanza, la amistad, los sueños o la valentía llenos de metáforas visuales en las que el protagonista encuentra nuevas oportunidades tras el derrumbe de la torre que ha construido previamente o que no es necesario ser bueno en todo, solamente hay que encontrar la magia del comienzo y dejarse llevar.


Si bien es cierto que la autora se desliga de su estilo más reconocible, en este libro se deja llevar por la frescura en la que se entremezclan las pinceladas rápidas y los tonos pastel. Un libro poético con el que muchos lectores pueden establecer numerosos paralelismos a partir de su propia experiencia. Cabe destacar que este libro representa una suerte de legado vital que la autora entrega a sus hijas y a todo aquel que lo reciba independientemente del género o la edad.


El segundo es Diario de una mamá, un libro de Eunyoung Seo publicado por Tutifruti. Con el subtítulo de Reflexiones sobre el amor, la crianza y la vida, la autora coreana se confiesa y comparte los pensamientos que la abordaron al ser madre por primera vez. Si bien es cierto que muchos de estos son entrañables, otros son extrañamente confusos, incluso algo turbadores, una sensación algo suavizada por unas ilustraciones ciertamente encantadoras.


Elaboradas con técnicas tradicionales y protagonizadas por una familia de gatos antropomorfos, hay escenas familiares de todo tipo. Evocador y simpático, esta personal creación que aglutina marinas, una Alicia en el país de las maravillas, dos cuadros de Vermeer y muchas metáforas hipnóticas, no le falta de nada.


Cinco capítulos bien armados en los que podemos leer no solo reflexiones, sino una serie de misivas dirigidas a su hijo. Aunque podríamos hablar de un cuaderno de notas personal, lejos de resultar incómodo eso de infiltrarse en la vida privada de la autora, este libro permite desligarse de esa denominación y tomar cierta distancia de elementos que a más de un progenitor le resultarían vergonzantes.


Como en el caso anterior, encontramos mucha intimidad y un lenguaje poético que, lejos de concretar nada (he aquí esa vis oriental tan etérea), se vierte en un lector que puede encontrar un significado propio, algo que lo ensalza como un gran regalo en el día de la madre.


Por último, tenemos Volver a empezar, un nuevo álbum de Oliver Jeffers que acaba de publicar Andana, la que se ha convertido en su editorial de cabecera en nuestro país. Según cuenta esta estrella de la LIJ, la idea de este libro surgió tras Estamos aquí, un libro similar, pero con una línea más infantil. La necesidad de lograr una perspectiva más amplia de la experiencia humana, lo llevó a girar sobre un argumento un tanto complejo. De ahí que este extenso álbum sea ciertamente inclasificable.


Para darle forma a este libro, Jeffers se dedicó a observar los pormenores del comportamiento humano refiriéndose en ocasiones al contexto histórico. Desde la adquisición del lenguaje y la escritura, hasta las grandes guerras que han comprometido nuestra razón, el autor construye un canto a la esperanza donde la división y el poder no tienen cabida.


Ilustraciones secuenciadas que recuerdan al cómic, composiciones que abordan el formato horizontal estupendamente y una gama de colores que abarca el magenta, el violeta y el azul ultramar, se van desplegando a un ritmo muy estudiado que, con muchos bodegones y metáforas varias, nos invita a descubrir un parte de nuestra naturaleza sin acusarnos individualmente, aunque a veces suene algo aleccionador.

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