Aunque me dedico a la ciencia, siempre he convenido que la vida sigue siendo un misterio. Por muchas pruebas que recojamos para explicar la naturaleza química de nuestras células, el origen de nuestro planeta, las fuerzas que rigen el universo o los mecanismos que regulan los sistemas biológicos, siempre queda un atisbo de incertidumbre que nos lleva a preguntas difícilmente explicables. Es ahí cuando aparecen la religión y el esoterismo.
A pesar de existir diferencias entre unos y otros, todos nos llevan por el mismo camino. Desde un punto u otro, todos ellos abordan el misterio desde una posición sobrenatural. El hombre, como ser mortal, necesita explicar los fenómenos desde un prisma espiritual que puede adoptar diferentes formas. Los religiosos tienden hacia el humanismo, mientras que otros prefieren una postura mucho más esotérica y ancestral. Ritos, magia y todo tipo de correspondencias se van asumiendo instintivamente para buscar respuestas que trascienden al conocimiento humano.
Y así hemos ido llenando de leyendas, milagros y experiencias sobrehumanas nuestro pensamiento y hacer más asimilables esos interrogantes que nos aturden de vez en cuando. Ahí llega la mística (¿adivinan su etimología?), que, englobando a unos y otros, nos embebe en lo desconocido y afirma que todavía se nos escapa algo por muchos avances tecnológicos y científicos que se sucedan.
Sí, hoy me he puesto un tanto enigmático, pero para que no permanezcan ajenos a estos pensamientos que me asaltan y entren en calor, aquí les traigo Los misterios, el álbum de Bill Watterson y John Kascht que tanta controversia suscitó en el mercado anglosajón y que ha sido publicado en nuestro país por Océano Travesía.
La historia es breve y concisa. Un reino sin nombre está atestado de los llamados misterios, una suerte de amenazas inquietantes que acechan a los habitantes desde un bosque tenebroso. Nadie las ha visto, pero todos las temen. Hasta que un día logran capturar uno de esos misterios y sus miedos infundados se disipan rápidamente. De repente, todo cambia y la gente comienza a hacer de su capa un sayo, cambiando todo el reino, hasta que un día…
Antes de nada, hay que advertir a los fans de Calvin y Hobbes: no esperen una historia divertida ni colorista, pues en esta hay mucha seriedad y demasiados grises. Ya sé que el creador de una de las tiras cómicas más exitosas podría habernos regalado otro tipo de historia después de haber estado casi treinta años apartado del mundo editorial (recuerden que se retiró en 1995 a los 38 años), pero si su vuelta a los ruedos ha sido esta, por algo será… Diseccionemos…
a) Los autores han elegido el blanco y negro para unas ilustraciones ciertamente extrañas que recuerdan a fotografías de dioramas, esculturas de arcilla o composiciones digitales. Están tan bien procesadas que recuerdan a los universos de Suzy Lee o Heena Baek.
b) La atmósfera de las imágenes resulta un tanto turbadora y misteriosa, sobre todo por el uso del blanco y negro, los elementos desdibujados, los detalles surrealistas, su significado un tanto críptico y una óptica donde los planos generales y los primeros planos ayudan al contraste. Hay mucho de Chris Van Allsburg y Shaun Tan en este libro.
c) Aunque la estética parece recordar a la época medieval, los contrastes visuales que abundan hacia la segunda parte de la historia nos hablan de cierta atemporalidad. Si a eso unimos un mensaje aleccionador donde la ignorancia, la tecnocracia y la soberbia humana se unen de la mano, podríamos calificarla como fábula o parábola.
d) Por último, hay que acercarse al texto, un tanto tortuoso y retorcido (quizá debido a la traducción…) que, recordando a las lenguas antiguas, suena a modo de sermón y letanía. Es curioso cómo pueden fundirse el ecologismo o el humanismo en un álbum ilustrado, al mismo tiempo que ahonda en la redención individual o colectiva.
Les guste o no, este libro bien merece una lectura, no solo por sí mismo, sino por el contexto que lo rodea: la historia de un hombre que sobrepasado por la industria, decidió vivir su éxito como un retiro espiritual en el que reflexionar sobre los misterios que rodean al ser humano y su propia naturaleza. Total na’.
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