jueves, 13 de abril de 2023

De la escasez de agua y el desierto inminente


Según comentan los hosteleros, la Semana Santa ha sido un éxito. Playas y calles rebosando y ha hecho el agosto hasta el Tato. Y no me extraña, porque con estas temperaturas estivales no hay quien se resista a salir a la calle.
Lo mejor de todo es que el sol no pica como el pleno verano. Un sol de julio que calienta lo justito para animarse a aflojar la cartera y soltar los billetes en manojos de cincuenta, cosa que interesa a más de uno para tener contento a un populacho diezmado por la inflación y las imposiciones exteriores.


Curiosamente nadie habla de cómo está el campo, esa ruina sempiterna que se acucia conforme pasan los días. No sé por su zona, pero aquí lleva sin caer una gota desde primeros de diciembre. Casi cinco meses sin ver llover gracias al temible anticiclón de las Azores. Todo un récord teniendo en cuenta que estamos a mitad de la primavera.


Y es que España, ese país que disfruta de cualquier abundancia ficticia, no se percata de su déficit hidrológico. Todo quisqui tirando el agua. Varias duchas diarias, piscinas, césped en todos los parques y turismo a raudales. Teniendo en cuenta que la mitad sur peninsular está en riesgo de desertificación y la norte ya no es lo que era, deberíamos plantearnos seriamente este tema.


Ojalá gastáramos lo mismo en infraestructuras para el ahorro y optimización de los recursos hídricos que en propaganda institucional. Porque el agua potable, ese bien preciado que se desperdicia con tanta facilidad, será nuestro fin. La gente está muy alegre luciendo bikini en pleno abril, pero como la cosa siga así, no vamos a tener con qué fregar los platos, con que lavarnos la cara, regar las explotaciones agrícolas, ni dar de beber al turista alemán.
Visionaria donde las haya, la editorial A buen paso, lanza dos nuevos títulos que vienen al pelo.


El primero es Plap plap. El corazón de la lluvia, con texto de María José Ferrada e ilustraciones de Marco Paschetta. Los autores que nos regalaron Zum zum. El viaje de la semilla, se vuelven a reunir para hablar de otro fenómeno natural, el ciclo del agua.


En clave poética y con unas ilustraciones delicadas y sugerentes donde colores azules y dorados se complementan a la perfección, este libro se dirige a prelectores y primeros lectores que sienten curiosidad por lo que les rodea. José Ramon Alonso es el encargado de aportar la nota científica en su epílogo.


El segundo es Atacama. ¿Adónde van las vizcachas?, escrito e ilustrado por Pato Mena. Precedido por el exitoso Onsen ¿Qué hacen los monos?, este nuevo libro se centra en el comportamiento de las vizcachas, unos roedores emparentados con las chinchillas que viven en Acatama, el desierto más famoso de Chile y uno de los lugares más áridos de la tierra.


Sirviéndose de los mismos recursos narrativos que en su anterior título (el sketch, la repetición o los pictogramas), Pato Mena nos cuenta una historia muy humorística en la que una familia de vizcachas huye de los peligros que las acechan. Además de hacernos reír, nos presenta otra serie de animales que habitan este espacio y un par de fenómenos curiosos.
Háganse con ellos, disfruten y recapaciten. Son una advertencia perfecta sobre lo que nos puede ocurrir si no prestamos atención.

martes, 11 de abril de 2023

¿Faltan ideas en la Literatura Infantil?


Tengo una congestión tan grande que es imposible dar forma a las ideas. Eso en el caso de que tenga alguna, porque me las estoy viendo negras para que fluyan a través de un cerebro lleno de mucosidades.
En este mes de celebraciones monstruosas y en el que la Literatura Infantil y Juvenil se lanza a la calle, toca recapacitar sobre los pormenores de una industria que ha crecido desorbitadamente durante los últimos años. Más y más novedades llenan las librerías, los libros cada vez son más efímeros y el espacio en las estanterías es un bien preciado, pero, ¿y la calidad de las obras? ¿Dónde está?


Últimamente ando algo enfadado. Sobre todo, con todas aquellas editoriales que buscan en la homogeneidad una forma de justificar sus publicaciones. Si bien es cierto que durante los últimos años asistíamos a una proliferación de libros valientes y diversos, desde hace unos años (quizá un pelín antes de la pandemia) observamos que hay una repetitividad en las temáticas (y los autores) dentro de la LIJ que se publica dentro de nuestras fronteras.
Da igual quienes publiquen, escriban o ilustren, el resultado es muy similar y la mayor parte de las editoriales del ramo se parecen entre sí, han entrado en bucle. Primero, por los temas, (féminas, derechos impepinables, multikulti, ecologistas, vidas de santos…), segundo, por los autores (¿Solamente trabajan los mismos o es que las editoriales se centran en amiguetes y creadores rentables?), y tercero, por el tipo de obras (montones de libros poéticos, montones de libros intimistas, montones de libros comerciales, montones de libros informativos…).


¿No son suficientes los doscientos libros sobre la vida de Marie Curie, los roles de género o los microorganismos? ¿Habrá que añadir otros tantos? ¿Se venden?... Lo siento, pero tanta endogamia deja traslucir cierta deriva cateta que ha sido aupada por el sectarismo, las subvenciones y una patente institucionalización.
El mercado editorial arriesga poco y, tanto grandes sellos, como editoriales independientes, se centran en la subsistencia (con la crisis de las materias primas, tu verás…). Les importa el tirón de las ilustraciones, la tapa dura y la complacencia de un público estereotipado, pero se olvidan de ofrecer nuevas oportunidades, dar cabida y credibilidad a nuevos proyectos, innovar en ciertos campos, y, sobre todo, disfrutar.


Si a todo esto añadimos la incesante censura que, desde las facciones más progres de la LIJ se están haciendo de clásicos como Roald Dahl o Enid Blyton, o el adoctrinamiento basado en los ismos y el lenguaje inclusivo, los libros para niños se están convirtiendo en un rincón repugnante en el que cada vez termino más hastiado.
Y en mitad de este universo de originalidad diezmada, les traigo Las ideas son criaturas extrañas, un libro de Isabelle Simler que acaba de publicar la editorial Thule en su colección Trampantojo para dar buena cuenta de que siempre cabe algo nuevo en esto de los libros para críos.


En esta narración donde la poética verbal y visual se conjugan, la autora nos presenta un recorrido por las ideas y sus recovecos tomando como excusa un experimento en el que ella misma se pone a prueba y deja que sus trazos guíen el proceso creativo. 
Les recomiendo disfrutar de las imágenes que cobran vida en cada una de sus dobles páginas, sorprenderse con los animales protagonistas, y hurgar en su propio ideario para inspirarse e inspirar a otros. 
Un libro lleno de movimiento en el que las líneas fluyen creando imágenes, escenarios poéticos y evocadores, quimeras imposibles que son el eco de otras criaturas ya existentes y que podemos descubrir al final del recorrido.


jueves, 30 de marzo de 2023

Ana Obregón y la gestación subrogada: el relato que se repite


Una vez más, Ana Obregón ha dado la campanada. Esta vez se ha dejado los tiros largos en casa y ha salido por la puerta grande del hospital con un churumbel en brazos. Followers, haters, magazines y telediarios han entrado al trapo. Hasta la mismísima ministra ha aprovechado para echar un mitin a su costa. Bendita gestación subrogada que nos ha calado hasta el tuétano.
Neoliberales, patriarcado, feminismo, diferencia de clases… He oído tantas cosas desde ayer, que ando un poco aturdido. Lejos de posicionarme en este circo de los dimes y diretes patrios (¡Viva la miseria barroca!), lo mejor que puedo hacer es hallar similitudes entre lo que le ha acontecido a esta mujer y el universo literario.


Empecemos con Mary W. Shelley, la autora de Frankenstein, una mujer atormentada por la muerte de tres de sus cuatro hijos. Tanto fue así, que la génesis de su obra más conocida se relaciona con un sueño en el que el cuerpo yacente de su primogénita era reanimado cerca de una hoguera mediante diferentes técnicas.
Por otro lado, Shelley, conducida por un deseo subyacente, construye un relato imaginario donde se plantea diferentes aspectos en torno a padres e hijos, creadores y creados, una asociación que permite una conversación triangular entre la autora, Víctor Frankenstein y el monstruo.
Si a esto unimos la referencia mitológica que Shelley utiliza en el subtítulo -El moderno Prometeo-, esa idea del desafío al orden natural alega una nueva posición dentro de una novela con lectura caleidoscópica: la del humano que no es castigado por los dioses, sino por otro ser humano creado a su imagen y semejanza como producto de los avances tecnológicos.


También me ha venido a la mente el Pinocho de Collodi. Obviando su carácter de novela de aprendizaje y la nariz delatora del protagonista, debemos concebir esta novela como una historia que nace de la soledad, la de un anciano, Gepetto, que ve en su artefacto animado una oportunidad para la trascendencia mundana, así como el bálsamo contra su vejez.
Del mismo modo, encontramos ciertas analogías entre la marioneta y el monstruo de Frankenstein. Ambos son seres inertes que, tras cobrar vida, desafían a sus respectivos creadores. Si bien es cierto que en el caso de Pinocho se puede interpretar como un rasgo más de la subversión infantil, existe un atisbo de crueldad en él al mofarse de su padre con tanta reiteración y pone de relevancia esa disyunción entre expectativas y realidad con la que cualquier progenitor se enfrenta en la crianza de los vástagos.


Podríamos pasarnos la mañana hablando de duelos mal gestionados, caprichos consumados, el poder del dinero, la rebeldía frente a los cánones, deseos versus obligaciones, el tecno-optimismo y sus perversiones, la suplantación filial, las proyecciones presentes y las necesidades futuras, pero, como verán, no  hay nada nuevo en  el relato posmoderno que nos acaba de ofrecer la Obregón. Y si no me creen, siempre pueden apagar la tele y acercarse a una biblioteca y leer buenos libros que les hagan cambiar de opinión. 

lunes, 27 de marzo de 2023

Vampiros que encandilan


Vampiros. Vampiros por todos lados. Voy a tener que ir con una ristra de ajos en el bolsillo y proveerme de buenos crucifijos de plata en el pescuezo para hacerles frente. Hay tanto chupasangres suelto, que da miedo salir a la calle, hablar con los compañeros de trabajo o enamorarte en la barra de un bar.
Llámalo sangre, alegría o cartera. El caso es que, en cuanto te descuidas, te quitan la vida y te conviertes en otro de ellos. Desconfiado, insípido e inerte. Un espejismo desdichado y sin fuste que anhela esa chispa adecuada. No es a lo que aspiro. Que me perdonen los inmortales.


Yo solo quiero vampiros como el pequeño Vampir de Joann Sfar. Publicado en castellano por la editorial Fulgencio Pimentel, esta serie de literatura infantil que tiene su origen en otra serie muy famosa dedicada a los adultos, me tiene encandilado.
Hasta el momento cuenta con dos volúmenes de cómic y una pequeña novela ilustrada. Pequeño Vampir, Pequeño Vampir y Miguel, y La peli de terror son los tres títulos de estas obras que, en dos formatos diferentes, narran las aventuras de este pequeño vampiro, su amigo humano, y Fantomate, una mascota bastante especial.


Todo empieza la noche que Vampir quiere ir a la escuela y conocer a otros niños. Aunque su madre y el resto de los monstruos intentan disuadirlo, allí que va y, ni corto ni perezoso, se pone a hacer los ejercicios de un cuaderno que encuentra en el pupitre. Esta acción desencadena el encuentro entre Miguel, el dueño del cuaderno, y una fauna de ultratumba digna de conocer.


Oscuro y lúgubre, este escenario tan sugerente (ya saben que los vampiros odian la luz del día) es el hogar de personajes clásicos del terror y criaturas fantasmagóricas que pierden su esencia, para aupar con mucho humor blanco las peripecias de un par de niños que, a pesar de tener orígenes diferentes, encuentran en la amistad una forma de enfrentarse a sus dos realidades.


Una tipografía caligráfica que me encanta, viñetas de bordes sinuosos, composiciones imposibles, las mil y una versiones de la noche, esa gran desconocida, un manejo del color impecable y guiones muy dinámicos, son algunas de los puntos a favor de una saga que ha encontrado montones de seguidores en Europa y Norteamérica.


Entrañable, inocente y muy ocurrente, nuestro protagonista, la versión infantil del otro vampiro mucho más enamoradizo, retórico y resignado, tiene ese algo que cautiva. Llámalo atuendo, surrealismo o inocencia, pero me encanta. Acosadores que acaban en la panza de unos monstruos, maestros de kun-fu que viven en los cuadros, sociedades protectoras de perros y hasta una sopa de caca. ¿Acaso no es maravillosa tanta imaginación?


Fuera de todo pronóstico y aunque muchos piensen lo contrario, este vampiro es una de esas joyas que merece la pena conocer. Así que ponga pies y bolsillos a trabajar porque sus hijos se lo agradecerán (más todavía cuando vean la serie de animación que han inspirado estas historias). Y si no lo hacen, muérdanles en la yugular. Se lo merecen. He dicho.

jueves, 23 de marzo de 2023

¿Ganar, perder o vivir?


Si bien es cierto que mi carácter beligerante viene de serie, también lo es que he ido madurándolo, enriqueciéndolo y acoplándolo a lo largo de los años gracias a muchas vicisitudes. Desde bien pequeño me he topado con situaciones poco agradables. Unas las he esquivado como he podido, y a otras les he tenido que echar un par de narices.
El resultado siempre era el mismo: ni ganaba, ni perdía, sino todo lo contrario. Como bien sabrán ustedes, la vida no es tan fácil como nos la pintan y no todo se resume en el marcador. Entran en juego muchos factores que modelan las circunstancias a su antojo y no hay más tu tía que encontrar la homeostasis.


Desde los medios de comunicación parece que solo existen dos cosas: vencer o caer derrotado. Pero la experiencia nos enseña que las versiones bélicas son inútiles en un mundo lleno de matices.
“Échale un pulso al acoso escolar” o “Hay que golear al cáncer” son algunos de los eslóganes con los que nos bombardean a diario. ¿Para qué? Lo interesante es proveernos de una serie de herramientas que nos ayuden a la subsistencia, esa palabra que muchos quieren desterrar del vocabulario.


Si señores. Yo soy un superviviente porque he aprendido a gestionar el fracaso, uno muy necesario. No he caído en la pataleta, ni en el llanto, ni en la autocompasión, ni en el victimismo. La venganza se la cedo a otros. Canalizo las acciones hacia lo productivo. Me desligo de lo tóxico y dañino. Considero a los que me quieren. Y ensalzo el buen humor pese a todo.
Repito: ni he ganado, ni he perdido. Solo he seguido volando entre los días con mucho alivio. Y así, entre unas cosas y otras, llegamos a Mariposa, el álbum de Marc Majewski que acaba de publicar Ekaré en este principio de primavera y que tan buena acogida está teniendo por parte del público de distintos países.


El argumento es sencillo. Un crío estusiasmado con las mariposas (no me extraña, son increíblemente hermosas), se prepara un par de alas gigantes y se lanza al campo con ellas, cuando de repente, un grupo de chavales echan a perder su particular fiesta. Se enfada con su disfraz y consigo mismo hasta que su padre acude para echarle un cable.
Para mi gusto, esta historia intimista y llena de colorido que algunos han querido incluir en el corpus literario dedicado al bullying o el universo LGTBI, tiene otros niveles de lectura muy interesantes.


Lejos de lo iconográfico (¡Mariposones del mundo, uníos!), este álbum también tiene que ver con la resiliencia y con los deseos infantiles truncados. También me encanta esa comunión con la naturaleza, una vía de autoconocimiento, un acicate para el disfrute y el jolgorio al alcance de cualquiera. No hay que olvidarse de la figura paterna, la representación de la institución familiar que adquiere una dimensión necesaria en la que, lejos de sentimentalismos, empuja a lo necesario y ayuda a crear un nuevo orden.
Bonito, muy bonito. Como las mariposas. Como yo. Que seguimos volando.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Cuatro libros sobre dictadores


Está más que claro que las elecciones se aproximan. Sólo hay que fijarse en las calles para darse cuenta. Ladrillos y cemento por todos lados, bien de flores y maceteros, las farolas y los bancos, cuanto más grandes mejor, inauguraciones y fiestas populares por todo lo alto.
En los medios de comunicación, los del régimen copan todo. No paran de vendernos la moto de quiénes gobiernan. Qué maravillosos son, qué bien hablan, cómo se preocupan por la sociedad... El mismo rollo de siempre.


Lo que más me jode son esos anuncios institucionales, una propaganda encubierta que pagamos entre todos para que ellos sigan con su negocio. Carteles y cortinillas radiofónicas llenan los muros y marquesinas de caras babosas anunciando las bonanzas en materia de sanidad y educación.


Sin embargo, nadie habla de los daños pandémicos, de la deteriorada sanidad pública, de las chapuzas jurídicas, de un sistema de pensiones esquilmado, del sangrado a los autónomos y de una educación cada vez más adoctrinadora e inútil. Da igual por qué comunidad autónoma te pasees, lo que prima es el plan global, uno al que se han adscrito los partidos mayoritarios de todos los países gracias a las agendas subyacentes.
El ciudadano nunca sale ganando en el negocio de occidente, porque aquí lo que interesa es que multinacionales y grandes corporaciones se llenen el buche. Mientras que Putin y los chinos tienen la culpa de cómo está los precios en el Consum, los jodidos ODS y la OTAN van a salvar el mundo. Menuda paradoja.


Yo lo tengo claro. En este un sistema donde nos encontramos más presos que nunca gracias a los ismos y el fact checking, donde la libertad de expresión ha sido erradicada gracias a discursitos que solo interesan a Bill Gates, el Grupo Bilderberg y los billonarios neomalthusianos, la única opción es rebelarse.
Por mi parte elijo decir y hacer lo que me plazca, evito complejos inertes, destierro los ismos imperantes, y traigo libros que como los de ESTA SELECCIÓN, les planteen preguntas de izquierdas y derechas, la peor de las dicotomías posibles en este mundo lleno de significantes.


El primer título de hoy es Las almohadas mágicas, una pequeña novela de Evyenios Trivizas, e ilustrada por Noemi Vola que Blackie Books acaba de incorporar a su colección Huesitos.
En ella, Avarismundo, el rey de un pequeño país llamado Cielópolis, no para de inventar todo tipo de leyes y prohibiciones para imponer sus caprichos. Lejos de ceder ante las ocurrencias de su monarca, los habitantes de Cielópolis encuentran en los sueños una resistencia.


Un día, el rey, reúne a sus tres consejeros para pedirles ayuda y el malvado Reptilio lo insta a fabricar unas almohadas mágicas que atormenten a los ciudadanos durante la noche y sean incapaces de aferrarse a cosas hermosas con las que combatir el despotismo del rey.


Generosa, humorística y con mucha metáfora, esta narración del escritor griego es una buena oportunidad para plantearse las realidades humanas y concluir que el despotismo es una lacra a la que hay que poner freno.


El dictador, una pequeña historia del autor sueco Ulf Stark que ha publicado recientemente TakaTuka, nos habla de otro pequeño tirano.
Quiere que le den la cena, lo arropen, le cuenten cuentos donde él sea el protagonista, y soñar que nadie le hace sombra y todos satisfacen sus deseos. Todo el universo debe girar en torno a él. Bueno, no todo, siempre hay gente que se rebela. Como Sirkka, una compañera de clase que no se deja impresionar por los ademanes de este dictador de poca monta.


Con una tipografía que recuerda al alfabeto cirílico y la gorra verde con estrella roja que luce su protagonista, la ilustradora Linda Bodestam parece haberse inspirado en las dictaduras comunistas soviéticas para darle forma a un mensaje que bebe de dobles sentidos entre el universo adulto y el infantil.


También les traigo Las palabras, un libro de Nicolás Bianco-Levrin y Julie Rembauville que editó hace años Pípala y he descubierto recientemente. A pesar de su título, en este libro sólo encontramos dos palabras, suficientes para desencadenar una historia que remueve la conciencia.
Todo empieza con el hallazgo de una corona y una nota de alarma con un mensaje indescifrable que, a pesar de los esfuerzos por destruirla, va de mano en mano hasta desvelar el secreto que acabará con una dictadura militar.


Basado en un cortometraje de los mismos autores (Nota: Si quieren echarle un ojo solo tienen que buscarlo por [R]), este álbum silente que bebe de los recursos narrativos del cómic, una puesta en escena muy oscura e intrigante, y unos personajes muy expresivos, se erige como uno de los mejores álbumes sobre la censura, la represión y el totalitarismo.


Para terminar toca hablar de ¡Votad a lobo!, un álbum de Davide Cali y Magali Clavelet publicado por Astronave que nos habla de las dobleces y el juego sucio en política. En la granja están de elecciones. Vallas publicitarias y eslóganes perfectos. Todo bulle de expectación y cada uno tiene su favorito hasta que aparece Jacobo Lobo, un candidato que con una campaña perfecta encandila a todos y se lleva el gato al agua. Aunque sus propuestas parecen impecables y su equipo parece muy serio y experimentado, empiezan a suceden cosas muy raras. ¿Será oro todo lo que reluce en él?


Con mucho humor y salero, este libro se adentra en el mundo de la política, de la manipulación de las masas, de los votantes ignorantes, de los abusos de poder, de la democracia y sus maldades. Con cierta ironía y mucha realidad constituye un excelente punto de partida que, sin decantarse por unos y otros, nos plantea muchas preguntas sobre lo subyacente a un universo que detesto.


Personajes estupendamente caracterizados, situaciones (y políticos) fácilmente identificables, y un final con vuelta de tuerca harán las delicias de todos los que, como yo, vean en este universo de trepas todo un acicate para montar gillotinas en las plazas de nuestros pueblos y ciudades.

martes, 21 de marzo de 2023

Celebrando la poesía


Se celebran tantas cosas hoy que es difícil decidirse por una. No obstante, como este blog trata de literatura, yo me quedo con la poesía.
Y para celebrarlo traigo este primer martes de primavera un librito recién estrenado por la editorial gallega Creotz. Se trata del Bestiarium de Dulce María Loynaz, una de las poetas cubanas de gran reconocimiento internacional, que ve la luz en nuestro país en una edición ilustrada por Mo Gutierrez Serna la mar de elegante.


Hija de un general, Dulce María se educó en casa gracias a mentores e institutrices. Cada vez que ella o sus tres hermanos deseaban ver reconocido su esfuerzo, debían presentarse a los exámenes por libre. Apasionada por la asignatura de Historia Natural, decidió inscribirse a la prueba pertinente. Tras contestar correctamente al cuestionario y varias preguntas orales, suspendió. Nadie le había avisado de que tenía que entregar con antelación tres cuadernillos en los que se describieran veinte especies del reino animal, veinte del vegetal y veinte del mineral. Airada y vengativa, Dulce María decidió escribir esos cuadernillos a posteriori y utilizando la poesía como medio de expresión. Los entregó al profesor encargado, pero tampoco hubo tu tía.


Años después, cuando ya era una autora consagrada, los encontró en un cajón y  decidió mostrarlos a su círculo de amigos y conocidos mientras relataba la anécdota, que, entusiasmados, aplaudían la madurez y originalidad de aquellos versos. Fue en 1991 cuando, tras la insistencia de Ángel Rivero, uno de sus amigos, salió publicado el único que conservó de ellos, el dedicado a los animales, este bestiario del que hoy les traigo dos poemas.

Apis Mellifica
(Abeja)

Visión dinámica:
                                        Embriaguez de rosa,
miel en tránsito y oro en grano vivo;
hélices para el vuelo de algún sueño…

Visión estática:
                            Panal labrado,
                                            catedral gótica de cera.

***

Vanesa io
(Mariposa)

Escalas
de alas
en las alas
del Museo.

El deseo
de un hombre feo
robó a las diosas
las preciosas
mariposas.

Oscura
y dura
tortura:
                                                        (Un alfiler les clava la cintura
                                                                   que bailara en el cáliz de una rosa.)

Dulce María Loynaz.
Lección cuarta y Lección octava.
En: Bestiarium.
Ilustraciones de Mo Gutierrez Serna.
2023. Vigo: Creotz.

domingo, 19 de marzo de 2023

Situaciones familiares


Las redes sociales se llenan hoy de fotografías paternas y mensajes empalagosos. Nada como una enorme dosis de exaltación y exhibicionismo para limpiar nuestros pecados como hijos, instar al cotilleo y entrar en ese bucle posmoderno del “yo también”.
A mí realmente me la suda esto de darle bombo y platillo al sentimentalismo barato. Bastante tengo yo... Lidiar con pensamientos complejos, gestionar triquiñuelas, poner notas, digerir malas noticias o intentar no caer en la derrota. Son algunos de los avatares que me laceran estos días.


Lo mío siempre ha sido buscar pequeños huecos para querer a diario. No concibo las relaciones familiares sin pequeños paréntesis en los que queman mínimos gestos de cariño con los que construir un afecto sincero. Besos diarios, abrazos, risas compartidas, alguna que otra bronca.
¿De qué nos sirve tirar la casa por la ventana un día al año, cuando la posibilidad de querer a quienes nos rodean es factible hora tras hora? Mientras los historicistas del buenismo se centran en la necesidad de una familia sensible, conciliadora y sin estereotipos, las sociedades occidentales dejan entrever una desidia aterradora a la hora de gestionar los lazos de sangre.


Siempre hemos dicho que “cada uno en su casa y Dios en la de todos”, pero últimamente la cosa ha empeorado: Dios está missing, las casas propias escasean, y todo el mundo quiere libertad aunque sean los demás quiénes te den de comer, cuiden a la prole o te ayuden con las facturas. Paradójico.
Llámenme raro, pero prefiero dejarme llevar por discursos que ahonden en lo humano sin tener que echar mano de postureo y ñoñerías. Tener una mirada clarividente aunque sean las miserias quienes hablen. como por ejemplo las que se exhiben en Y mira ahora, un pequeño álbum de Shinsuke Yoshitake que editó El Dimoni Pelut hace unos meses.


En este libro, el mago japonés de la disyunción narrativa, nos trae una historia basada en la serie de anécdotas que suceden entre una madre y su hijo a lo largo de los años, en el que el cambio de roles, las diferencias intergeneracionales y la inocencia infantil se funden para construir un discurso extrapolable a cualquiera.


Una frase hecha que funciona a modo de retahíla (y cantinela materna... Que cuando las madres se ponen quisquillosas, ¡tela!), ilustraciones dinámicas, silencios (me encanta ese avión que llega a la ciudad), comparativas en la misma página, una escala temporal que echa mano de los años y juegos de ida y vuelta entre madre e hijo, me resultan deliciosas. No sólo para leer, sino para evocar momentos propios y regalar a unos y otros.