jueves, 10 de enero de 2019

Consejos para seguir caminando



A veces me pregunto quién soy, de dónde vengo, qué hago aquí. Rápidamente abandono estas preguntas. En casa suelen decir que hay que pensar lo justo, no sea que nos volvamos locos con tanto existencialismo... y no llevan poca razón pues a veces, con tanto calentamiento de cabeza, cierta tristeza me inunda y no creo que tenga necesidad de pillar depresión alguna.


Es más fácil tener en consideración cómo funcionan las cosas y adaptarse a las circunstancias (que no amoldarse, hay una gran diferencia entre ambos verbos) y sobrevivir a este mundo de la mejor –y más coherente- manera posible. Entre mis máximas está la de ir a lo mío y no joder a los demás. Ser mosca cojonera o pisar al resto de humanos no entra en mi ideario, más que nada porque carezco del tiempo necesario. Nunca he entendido a aquellos que se vanaglorian de ese comportamiento, pues deben estar muy aburridos. No obstante entiendo que cada uno se busca las habichuelas (también pueden llamarlas estrategias) para llegar a viejo y poder contarle a sus nietos cómo lo hizo.


Empresarios de éxito, amas de casa, altas ejecutivas, científicas, mendigos y buscavidas, curritos de todo oficio, políticos  y mafiosos, escritores, artistas, premios Nobel e incluso toreros, nos hacen llegar sus consejos para seguir caminando por la vida, unas veces con ligereza y otras a paso firme. Quizá nos sirvan algunas advertencias, quizá desechemos otras muchas, pero el caso es que desoír lo vivido por el resto de seres humanos no creo que sea buena manera de proceder. Por ello les animo a escuchar a viejos y jóvenes, a hombres y mujeres, a cualquiera que tengan cerca. Bien pueden ofrecerles alguna clave.


Y así arribamos al Aquí estamos (editorial Andana para España) del  aclamado Oliver Jeffers, el cuaderno de bitácora que un padre (en este caso el propio autor) lega a su hijo y de paso rendir tributo al abuelo. 
Aunque el soporte del álbum puede parecer insuficiente, es llamativo como Jeffers incluye en él todo un compendio de saberes, no sólo astronómicos, sino ecológicos o sociales, que pueden ser útiles a cualquiera para sobrevivir en este mundo complejo que hemos construido junto a la naturaleza. Sobre las ilustraciones decir que el ilustrador ha dado bien en el punto del color, sobre todo por conferir tonalidades magenta y anaranjadas a muchas de las imágenes, unas que sugieren ocasos y amaneceres evocadores y tranquilos que podrían traducirse en un mensaje esperanzador (al menos para mí).


Quizá nos encontremos una vez más con un producto editorial difícilmente clasificable ya que  aúna elementos de la ficción y de la no ficción, pero lo cierto es que sus páginas han calado hondo en los lectores de toda edad y condición. 
A pesar de mis reparos iniciales (Todo hay que confesarlo… La vis comercial que genera Jeffers, empieza a ser bastante grande: 14 millones de ejemplares vendidos de todos sus libros. Es para pensárselo), admito que tras una lectura pausada he hallado en esta obra algo humanamente hermoso que me ha cautivado, no sólo por lo personal de la idea, sino porque ha sabido hacerla extensiva a los demás, puede considerarse universal, que al fin y al cabo tiene mucho que decir en lo literario.


1 comentario:

Rita dijo...

Tiene una pinta estupenda. El tema me gusta muchísimo y las ilustraciones también. Están llenas calma, son muy relajantes. Me lo apunto. Gracias.