Hoy me pongo en modo botánico para hablarles de una de las maravillas naturales que siempre me ha dejado boquiabierto, las plantas nocturnas. Aunque se suele prestar más atención a los animales cuya vida se desarrolla durante las horas de oscuridad, no son pocos los vegetales que tienen actividad en el transcurso de la noche.
Desde bien pequeño me quedaba embobado con la floración de los dondiegos. Caía la tarde y empezabas a ver como se abría su corola atrompetada. Fucsias, blancas, amarillas o variegadas, las flores se desplegaban bajo la luz de la luna. Lo mismo pasaba con las campanillas que, enredadas por todos lados, escondían sus pétalos violetas o rosáceos conforme avanzaba la mañana.
Lo mismo ocurre con la flor más grande del mundo, la Rafflesia arnoldii, una planta parásita que huele a rayos, la dama de noche (Cestrum nocturnum), un cactus trepador con unas flores muy hermosas, el baobab, el árbol africano que solo tiene hojas cuatro meses al año, muchas especies de orquídeas o el nenúfar blanco.
¿Por qué sucede esto? Generalmente se relaciona con diferentes estímulos o estrategias adaptativas, como por ejemplo la atracción de ciertos agentes polinizadores que solo aparecen durante la noche, como los murciélagos, las mariposas nocturnas, ciertas moscas o algunos reptiles. De esta manera se optimiza energía a la hora de utilizar reclamos como la fragancia o el néctar.
Si además tenemos en cuenta otras cuestiones como las fases fotosintéticas y los ritmos circadianos de las plantas, podríamos afirmar que la mayor parte de las plantas tienen una vida muy activa bajo las estrellas.
Y es que Anne Crausaz bien podría haber incluido alguna más de estas plantas en su álbum Una noche en el jardín, un título que acaba de publicar Libros del Zorro Rojo. Ambientado en el transcurso de una noche, este álbum nos propone una pequeña excursión por un jardín que, a pesar de la calma, bulle de vida. Saltamontes, mariposas, escarabajos y luciérnagas pueblan este lugar descubierto por una simple linterna.
Sobre los recursos narrativos que utiliza esta diseñadora gráfica encontramos el cambio de la luz conforme pasamos las páginas y que van desde la noche cerrada hasta el alba, los dos momentos que recogen las guardas peritextuales. También prescinde de las representaciones humanas aunque sean sus voces las narradoras de esta historia y utiliza una óptica muy variada que recuerda a lo cinematográfico.
Este libro, evocador y muy juguetón, no solo es una oda a las naturalezas mínimas, sino que también nos habla del proceso de descubrimiento en los niños, uno en el que, generalmente, los adultos se ven involucrados de una manera u otra.
1 comentario:
Qué bellos vuelos secretos, que lindas flores nocturnas se abren en este blogg!!
Que el señor sensible que comparte lecturas y miradas del mundo reciba un abrazo grande desde Patagonia.
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