lunes, 30 de octubre de 2023

Brujas y pirujas


Ya está aquí. Ya llegó. Halloween un año más. La fiesta que se suponía nunca iba a cuajar en nuestra cultura, es una de las más celebradas. Gracias las guarderías, las actividades extraescolares, los influencers y las profesoras de inglés, se han instaurado esta fiesta pagana en todos los colegios y centros de educación secundaria del país. 
Así, todo tipo de disfraces monstruosos recorren las calles en pro del truco o trato tan conocidos gracias al cine y la televisión. Y hablando de pequeñas y grandes pantallas les diré que de todas esas brujas de ficción, tres han sido mis favoritas. 
La primera fue Samantha, la bruja en blanco y negro que, con solo un movimiento de su nariz, podía hacer pequeños trucos de magia en Embrujada. Despistes, embrollos, toques de alta comedia y una familia feliz eran el santo y seña de una serie que nos mantenía encandilados frente al televisor en los primeros años ochenta.
El segundo puesto le tocó a La bruja novata de Disney. Encarnada por la queridísima Angela Lansbury, el personaje de Miss Price, además de entrañable, es toda una oda a la fantasía, el aprendizaje y la superación. Mucha gente no sabe que esta película en realidad está basada en el volumen recopilatorio Bed-knob and Bromstick, dos novelas infantiles de Mary Norton de las que hay disponible alguna edición en castellano (RBA).
Por último tenemos a Mortianna, la bruja malísima de Robin Hood, príncipe de los ladrones, versión del clásico protagonizado por Kevin Costner. Más realista y sin muchos efectos especiales, esta bruja ciega se acerca más a las clásicas hechiceras que tenían más que ver con oráculos, consejeras de guerra y curanderas, que con esas visiones fantásticas de conjuros y pócimas imposibles.


Y todo se llena de calderos, escobas voladoras, gatos y búhos, los protagonistas de Meg y Mog y Meg y los huevos, dos historias de la serie de Helen Nicholl y Jan Pienkowski (el autor de La casa embrujada) que fueron publicadas hace cincuenta años y han sido recuperadas por la editorial Blackie Books este otoño.
En ellas, Meg, una simpática bruja que a menudo la lía parda con sus conjuros, Mog, su gato a rayas, y un búho sin nombre, estos dos títulos con estructura de sketch nos acercan al universo de la magia negra desde una perspectiva nunca exenta de humor.


En el primero Meg se prepara para asistir a la fiesta de los conjuros que se celebra junto a otras brujas en lo alto de una colina y en el segundo se lía la marimorena con tres huevos de dinosaurio.


Sencillos y dirigidos a prelectores y primeros lectores, son libros muy bien pensados. En primer lugar se vertebran sobre textos directos que no se andan con muchos rodeos. Por otro lado, Jan Pienkowski se decide por el contraste a base de colores brillantes y composiciones estudiadas en las que caben todo tipo de juegos tipográficos (fíjense en las escaleras). Del mismo modo utiliza recursos del cómic y los libros de no ficción como las viñetas secuenciadas, los clásicos bocadillos o la presentación de elementos a modo de pictogramas.


Dejando a un lado el virtuosismo y centrándose en la economía visual y lingüística, consiguen que disfrutemos de estas historias que rebosan de bromas impredecibles, onomatopeyas, elementos numéricos (que recuerdan a los cuentos de antaño) y humor blanco.

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