martes, 19 de junio de 2018

Flip-books, folioscopios o cine de mano: un monográfico



Flip-books, riffle-books, folioscopios, daumenkino, cine de dedo, libro animado, cine portátil o cine de bolsillo. Estas son algunas de las denominaciones que recibe el tipo de libro que traigo hoy a la palestra. Aunque ya he hecho referencia a estos libros en otras entradas como este monográfico sobre libros móviles y pop-up o en este otro en el que se habla de la relación entre LIJ y cine de animación, he creído conveniente detenerme un poco más en estos libritos, primero porque siempre que incluyo algún vídeo sobre ellos en el Instagram de los monstruos me fríen a preguntas, y segundo porque resultan fascinantes para todo tipo de público.
En primer lugar, definamos un flip-book… Consiste en un libro-álbum de pequeño tamaño y con formato generalmente horizontal, que recoge una secuencia de imágenes que varían gradualmente de una página a otra. Pasando esas páginas a gran velocidad utilizando el pulgar, se crea una percepción de movimiento aparente que será de mayor o menor duración cuanto mayor sea el número de imágenes-páginas.
Como cualquier otro libro-álbum, hay que decir que el flip-book es un objeto de difícil clasificación por conjugar generalmente dos lenguajes, el textual y el gráfico (aunque en este caso se podría decir que prima el segundo, algo por lo que algunos expertos lo etiquetan dentro de los álbumes gráficos sin palabras), y al que se le añade una particularidad, la secuenciación rápida. Si además tenemos en cuenta su tamaño (caben en una mano), libreros y bibliotecarios nos saben muy bien si ubicarlos con los libros móviles, los libros-juego, los libros de artista o las películas de animación. Lo único que está claro es que se puede adscribir a la parcela de las narrativas gráficas.


Los folioscopios, como otros engendros relacionados con la ilusión óptica y el cinematógrafo, véanse el  fenaquistiscopio o el kineógrafo, nacen en pleno siglo XIX (data de 1868, y fue creado y patentado por John Barnes Linnet). Desde entonces su producción y destinatarios se han diversificado. Aunque seguramente los folioscopios más conocidos son los que recogen pequeñas situaciones cómicas, secuencias de las primeras películas de dibujos animados, escenas de cómics populares e incluso grandes gestas del deporte, también los hay que nos adentran en el mundo de las curiosidades científicas, las situaciones familiares, como reclamo publicitario, productos artísticos o incluso los contenidos eróticos, conocidos como strip-flips, que abundaban en la Francia de las primeras décadas del siglo XX.


Pero ¿cuáles son las razones por las que, en vez de guardarse en las vitrinas de museos como el zoetropio o el praxinoscopio, el flip-book continúa entre nosotros? He aquí un buen puñado:
- Por un lado, al pertenecer a la esfera del objeto libro, tiene carácter manipulativo e interactivo, algo que ya imprime carácter (todo lo que sea toquitear y dialogar nos encanta).
- En segundo lugar es muy sencillo de utilizar a cualquier edad (para poner en marcha un flip-book no hace falta acudir a la universidad, sólo se necesita el pulgar oponible que nos ha dado nuestra condición humana).
- Cabe decir que encierra un acto íntimo (no es como una sala de cine, sino que aquí sólo caben una o dos butacas, uno o dos mirones).
- También hay que decir que es una producción lúdica que divierte y sorprende a partes iguales (y si además este juego tiene una apariencia tan sencilla, más todavía).
- Otro de sus puntos fuertes es la estructura de tipo sketch que tanto éxito cosecha en los géneros de la narrativa gráfica (si quieren leer algo más de esto, aquí tienen un pequeño artículo), que también se puede relacionar con la brevedad que tanto gusta en las sociedades posmodernas (se ve que hay poco tiempo para el consumo de productos culturales y mucho para los bares o la televisión…).
- Lo de ser fácilmente transportable es una baza inmejorable (el otro día me comentó una madre que siempre llevaba en el bolso uno para que sus hijos se entretuvieran coloreándolo en la sala de espera del dentista).
- Tiene una belleza analógica, anacrónica y romántica. Descubrir un antepasado del cine en la era digital, de los efectos especiales, no sólo es hermoso o entrañable, sino casi mágico.
- En penúltimo lugar y a mi juicio algo muy interesante, es que permite disfrutar de la función mil y una veces (ya saben lo cansinos, repetitivos y adictivos que se ponen los críos con lo que les encanta).
-Y por último es que no sólo podemos disfrutar del espectáculo que nos ofrece un flip-book, sino también podemos darle forma, participar en su proceso de creación.


Jenny Rope. 2017. Wednesday. Napa Books

Tras estas consideraciones iniciales sobre estos libros animados, siendo consciente de que les están entrando unas ganas locas de hacerse con varios de estos engendros, y teniendo en cuenta que no hay demasiados ejemplos en el mercado editorial español, he decidido hacer un pequeño recorrido por los flip-books más actuales y dirigidos a niños (ya saben que este espacio está orientado a ese tipo de lector) de los que tengo constancia (PETICIÓN: Si conocen alguna colección más les ruego encarecidamente que la añadan en los comentarios de esta entrada).
Empiezo haciendo alusión a la propuesta más comercial de todas, concretamente a la que nos hace la editorial Hachette Heroes con los fragmentos míticos de seis películas de la factoría Disney, como por ejemplo Peter Pan, La bella y la bestia o Alicia en el país de las maravillas.


Sigo con la colección “Cine de papel” que tiene la casa catalana Sd Edicions y que está compuesta de cinco títulos, dos de Paola Dragoneti, Plaf! y Berp!, y tres de Cesc Pujol que llevan por título Amb gust de sal, Bestiolari de granja y L'home florit. Me encantan, bien por su humor, bien por su toque surrealista, pero todas tienen mucho que decir.



Continuo con cuatro títulos del autor Otto T. que hace un tiempo editó en España la editorial Comanegra, concretamente El pájaro y las orejas de burro, La rana y el tocado de flores, El pez y el sombrero de copa y El hipopótamo y el gorro de papel. En todas ellas hay mucho humor, guiños a los cuentos de hadas clásicos y mucha transformación de los protagonistas.



No se me pueden olvidar los dos flip-books para colorear del gran Hervé Tullet que la editorial Cocobooks editó en nuestro país. El árbol y El campo son dos historias circulares bastante minimalistas que dan buena muestra del ciclo de la vida tan socorrido en las historias infantiles y a las que los niños pueden imprimir carácter a través de ceras o lápices.





En lo que a edición independiente se refiere (todos los anteriores los pueden pedir en su librería de referencia, estos que siguen ya no) tenemos la colección de cines de mano Teatro Arbolé (Zaragoza), un conjunto de trece títulos que utilizando personajes del mundo del teatro o del circo, pretende hacer llegar a los más pequeños las artes escénicas desde una perspectiva lúdica y diferente.
Por último y quizá la propuesta más sugerente, nos la hace la editorial mallorquina Flipboku, un proyecto personal gracias al que ya han visto la luz dos flip-books de extraordinaria factura, Bendito Machine y Molecularis. De los que quizá el segundo sea el que más me gusta para los niños por aunar las formas orgánicas, la narración visual y el pinta y colorea en el mismo formato. ¡No se los pierdan porque tienen mucha aceptación fuera de nuestras fronteras!


Si se quieren gastar un poco más (todas los libros que les he citado rondan entre los 5 y los 10 euritos y podrían engrosar este listado de álbumes infantiles por 10 euros o menos), echando un vistazo fuera de nuestras fronteras y sin ánimo de que esto se convierta en un listado interminable de títulos, les dejo cuatro propuestas maravillosas para que vean la amplitud de un universo muy desconocido por estos lares pero no tanto en Japón o Estados Unidos, donde podemos disfrutar de cosas como las que siguen (N.B.: Algunos ya están descatalogados):


Seigenesha. 2016. God of Bug Eater.


Seigeneha. 2014. Strobofly (un flip-book con tres partes dependiendo de donde se ubique el pulgar).


Harumin Asao. 2012. A Cat’s Welcome.


Ed Emberley. 1983. The Chicken/The Chameleon (de su serie de flip-books informativos o de conocimientos, que también los hay)

De todas formas, hacer un folioscopio es bastante sencillo además de una buena forma de animar a sus hijos, sobrinos, nietos o discípulos a conocer de primera mano los comienzos de las artes cinematográficas. Si quieren hacerlo de un modo casero les recomiendo coger un taco de Post-it® (si es del tamaño estándar, cojan una navaja de mi tierra, Albacete, y guillotínenlo por la mitad, así les cunde más y tienen el tamaño ideal), cualquier utensilio de escritura o pintura e ideen su propia secuencia. También pueden coger pedazos de cartulina y sujetarlos con una pinza. 


Si además quieren algún consejillo para que sus creaciones sean más impactantes y agradables al ojo humano, pueden echar mano de Blanko, otra idea que se han inventado en Flipboku para los iniciados en dicho arte que además de evitarnos la tarea de la encuadernación, nos dan sugerencias para su realización.


Si aún así, tampoco consiguen un flip-book creíble (yo sé que los hay muy torpes), no se desanimen porque seguro que en algún momento coincidirán con la realización de algún taller que les invite a hacer uno de forma sencilla y agradable, como el titulado Y una docena de flip-books que desarrollan Julie Escoriza y Joan Casaramona o el Haz tu libro animado! a cargo de la Maleta del Cine.


También pueden descargar flip-books en formato pdf, imprimirlos, recortar cada una de sus páginas, cogerlas con una pinza y ¡voilá! ¡Ya tienen su cine de mano particular! De entre toda la oferta que pueden encontrar en Google si utilizan la consigna “printable flipbook”,  me encanta la animación de Pangea (ea, soy profe de geología) que pueden descargar gratis en la página del Royal Ontario Museum



y la idea (esta vez de pago, todo no puede ser...) de Scott Blake que lleva por título Hole Punch.


Y si ya quieren rizar el rizo y protagonizar su propio libro animado, les recomiendo pasarse por la editorial Soy de Cine una iniciativa de la empresa malagueña Minichaplin que realiza flipbooks con secuencias de fotos de un cumpleaños, un viaje o una boda. Un regalo precioso para cualquiera.
Antes de decirles adiós y para saber más sobre flip-books, he aquí los enlaces de The Flippist Flipbooks y The Flipbook Museum, dos geniales perfiles de Instagram en los que encontrarán folioscopios artesanales increíbles en uno y ediciones maravillosas en el otro.


Espero que les haya gustado este pequeño monográfico sobre un tipo de libro que, a pesar de su sencillez, me sigue transportando a la infancia, esa etapa de la vida en la que descubrir y sonreír siempre van de la mano.


lunes, 18 de junio de 2018

Desconocimiento + fantasía + atmósfera = Tres claves de cuento



Nada es lo que parece. Se lo digo yo que siempre parezco una cosa, y luego resulto ser otra. Por hache o por be, desconcierto al personal. Será que hago lo que me viene en gana. Y así me pasa, que el espectador no sabe a qué atenerse, sobre todo porque está acostumbrado a lo predecible, y cuando ante él se presenta algo o alguien que no sigue las reglas del juego de manera estricta (¡Dejemos lugar a la improvisación!), le rompe los esquemas.


A ello hay que unir las concepciones mentales, lo imaginado. Lo creamos o no, todos estamos sujetos al mundo fantástico en menor o mayor grado. Casi con total seguridad los niños son quienes experimentan la fantasía de una manera más vívida, pero no se olviden de que los jóvenes, los adultos, también tenemos lo nuestro. Soñar con que la selección gane el mundial de fútbol, montarnos pájaras con un décimo de lotería, sobre esta entrevista de trabajo, ese milagro sanador, o soñar con el príncipe holandés que nos espera en alguna clase de yogui pilates, aunque comúnmente lo denominamos como ilusión, no deja de ser un producto de nuestro mundo interior.
Y si además nos sumergimos en una atmósfera, en un ambiente que nos ayuda a darle a la manivela, las imágenes se acentúan, se hacen cada vez más y más tangibles, incluso palpables y así nos encontramos con la tercera dimensión, como en las pesadillas y delirios, como en las pantallas de cine.



No podemos evitarlo, entre la ruptura de lo establecido y que nos encanta construir castillos en el aire, el ser humano sigue viviendo a pesar de todo y todos, por encima de la cantidad de momentos negativos que nos rodean. Y así con un poquito extrañeza, otra pizca de imaginación y unas gotas de ambientación, llegamos a uno de los libros más encantadores de esta primavera, El Grotlin de Benji Davies (sí, el mismo de La Ballena o La isla del abuelo), editado por su editorial de cabecera en España, la valenciana Andana.



Localizado en una ciudad de aire victoriano (ya saben que siento verdadera debilidad por esta época de la historia inglesa), Davies nos cuenta una sencilla historia que tiene pinceladas de humor, suspense y ternura. La narración se construye sobre la canción que un viejo artista callejero recita al anochecer. Por un lado suena a nuestros romances de ciego, y por otro a las típicas rimas que cantaban los cockneys en las tabernas de los muelles del Támesis.



Son esas letrillas sencillas las que sirven de guión para una acción protagonizada por una serie de niños que buscan en diferentes escenas cómo será un misterioso ser, el llamado grotlin, que se cuela en sus casas para echar mano de algunos utensilios que aparentemente no tienen conexión.
Sin desvelarles la identidad de ese personaje (les aseguro que lo encontrarán tan sorprendente como entrañable), sólo me resta animarles a que dejen volar su ingenio, que bien vale un hermoso viaje como el de este libro.




jueves, 14 de junio de 2018

Las miserias del Mundial



El Enrique está deseoso de que la selección pierda el mundial. No es muy partidario de que estemos costeando los vaivenes de una mafia que nos da pocas alegrías (si tenemos en cuenta que sólo hemos ganado tres campeonatos de Europa y un mundial, y además lo comparamos con los éxitos que nos dan otras selecciones con un presupuesto cien veces menor, el asunto nos ha salido poco rentable para las millonadas que nos gastamos).
Coincidan o no con su punto de vista, les confieso que, personalmente, lo de la selección de balompié me divierte e indigna a partes iguales. Como muestra el botón de ayer… Que si el seleccionador es un impresentable, que si es un pesetero, que si Florentino es desleal a su país, que si el seleccionador no ha estado muy avispao, que no tiene talante conciliador, que si yo le aplaudo, y un largo etcétera de gilipolleces más.
Señoras, señores, si todavía no se han percatado de que el fútbol es un negociazo. Como la política, el armamento o las vacunas, cualquier cosa que sea un foco de atención para las masas, es susceptible de ser rentable para los que manejan el cotarro. Es por ello que yo no presto atención a las polémicas como la de ayer. Simplemente me las tomo a chanza. ¿Y cómo me las iba a tomar si no? ¿Qué me dicen de semejantes protagonistas? Sobreactuados, copiosos, beligerantes... ¿Pa’ qué? Pa’ na. No ofrecen ninguna credibilidad, más todavía cuando entiendo que hay una serie de intereses que moldean una tarta de la que cada uno quiere disfrutar a su manera.
Ya veremos cómo termina este culebrón sin mala de peluquería, quizá no pasen de la liguilla, quizá suene la flauta… Lo único seguro es que este es sólo el primero de los muchos castillos de fuegos artificiales que nos va a proporcionar la roja durante los próximos días. Lo mejor que pueden hacer es coger las últimas entregas de las aventuras de nuestros agentes de inteligencia patrios, Mortadelo y Filemón, que, ¡cómo no!, llevan por título Mundial 2018 y Especial Mundial 2018, y mientras se echan unas risas, esperan a que se desarrollen los acontecimientos.  
A ustedes, que como El Francis (un compañero de trabajo modernito con el que conspiro de vez en cuando), me dirán que prefieren viñetas más sesudas que las de Francisco Ibáñez, más les valdría dejarse de rollos y disfrutar del salero que tienen este par de agentes de la T.I.A., más que nada porque son la mejor caricatura del mundo del fútbol, sus actores y entresijos. Y si no se lo quieren tomar así, sólo les recomiendo agarrarse ¡que vienen curvas!


miércoles, 13 de junio de 2018

Vacaciones o un tratado de emociones



Parece ser que entre hoy y mañana arribará el verano a nuestras tierras, y aunque me resista a cantar victoria (teniendo en cuenta el año que llevamos, cualquier prudencia es poca), ya voy teniendo ganetas de sol y aventuras. El estío se llena de bicicletas y caminos inexplorados, de percances con las olas, de volteretas en mitad de los prados, gente por conocer o riñas con los amigos de correrías. ¿Quién no ha tenido un amor playero? ¿Quién no ha enjugado las lágrimas de la despedida? No contesten todavía, porque seguro que el libro de hoy les inspira más emociones compartidas…


Antes de destripar el libro de hoy, una pequeña nota recordatoria... Desde un tiempo a esta parte, en el entorno de la LIJ se ha despertado cierto debate en torno a los libros de emociones, unos foros de discusión en los que un servidor, amante de las polémicas, ha ido metiendo el cuezo (aquí tienen este artículo y este otro). Entre otras cosas, he apuntado que, alejándonos de estos libros con cierta vis comercial, también podemos encontrar otros libros que, desde una experiencia más plena, literaria y  estéticamente hablando, nos lleven a buscar, identificar y sobre todo reproducir el amor, el odio, la envidia, la tristeza, la alegría, y toda esa suerte de sentimientos que se defienden desde la perspectiva de la llamada inteligencia emocional, tan de moda –y no por ello menos interesante- en los círculos educativos de última hornada. Y como me retracto poco, ya lo saben, he aquí un bello ejemplo.


Vacaciones, el último libro de Blexbolex (Bernard Granger para los conocidos) editado en nuestro país por Libros del Zorro Rojo, es un libro enorme a pesar de sus dimensiones (de tamaño parecido a su Romance y bastante más pequeño que sus Estaciones). Empezando por el argumento (las vacaciones que una niña disfruta junto a su abuelo en una casa de campo se ven truncadas por la llegada de un invitado muy especial, un pequeño elefante) y terminando por el papel de las páginas (me encanta esa delicada rugosidad), es un libro redondo.


En primer lugar, veamos algunos puntos interesantes en lo que a aspectos técnicos se refiere… Si en anteriores ocasiones el autor francés prefería alternar lenguaje verbal y gráfico en unos formatos cercanos a los imagiarios, esta vez se decanta por una historia sin palabras con tanta enjundia (les afirmo que en breve pasará a engrosar esta selección) que ha sido alabada por diferentes sectores de las narrativas gráficas como el del libro-álbum o la novela gráfica.


Sobre la selección de recursos estéticos y narrativos, podríamos destacar un par… Por ejemplo la elección de una paleta de color que fluctúa de la calidez a la agitación, y del día a la noche, toda una suerte de tintas medias que visualmente ya nos dicen mucho de lo que acontece y que nos ayudan a sumergirnos en esa atmósfera cargada de sensaciones personales. También debo apuntar a la composición de las páginas, una que el ilustrador lleva a cabo utilizando una superposición de viñetas con formas geométricas básicas (redondas, cuadradas o rectangulares) y sin pasillos/calles que las delimiten, que por un lado se pueden relacionar con la tradicional secuenciación temporal del cómic, pero por otro me transportan al recurso sobre el que se basa el Aquí de Richard McGuire.


En cuanto a su contenido y sin profundizar en el mensaje que se nos abre en cada página (les aviso de que hay mucha intensidad en esta historia íntima y bien hilada que se desborda en cada detalle), me centraré en tres cuestiones (a mi juicio, básicas) que articulan esta obra: lo fantástico, lo metafórico y lo emocional.
En lo que a la fantasía se refiere podemos decir que Vacaciones es un reflejo de cómo funciona la mente infantil, de cómo magnifica los acontecimientos, de cómo revisita los mundos surreales e idealistas y de cómo percibe un entorno que, pudiendo ser cotidiano, también está habitado por momentos y personajes que se escapan de lo racional. El niño crea este universo para entenderse mejor a sí mismo y todo lo que le rodea, para construir ideas válidas y competentes con las que crecer y sobrevivir.


En segundo lugar hay que hablar del autor y la metáfora… Es así como Bernard critica desde su posición de espectador, la xenofobia y la intolerancia entre iguales, porque aunque no lo parezca, este libro nos guarda una sorpresa final (¿Recuerdan de donde proceden los elefantes? Echen mano de Google... Y fíjense bien en ese personaje proboscídeo, porque en el algún punto del libro sufrirá un cambio...). Es así, como nos habla de los choques culturales, de cómo enriquecen y de cómo emergen los enfrentamientos entre las diferentes facciones. En este punto decir que me encantan el sueño revelador y lo coral de la fiesta de disfraces, en la que todos llevan máscaras de animales.



Por último hablaré del diálogo que el libro establece con nosotros mismos, los lectores. Los estados anímicos de los personajes, sus emociones, dialogan con la empatía del lector, somos capaces de identificarnos con ellos a pesar de las líneas sencillas que los definen, nos conmueven y nos hacen meditar sobre ello desde una perspectiva ajena y principalmente expositiva. No se sacrifican puntos de vista y la balanza va de un lado a otro alternativamente, posturas encontradas pero necesarias, se estira y se afloja para todo el elenco de actores que lo vertebran. Eso es lo que más me gusta: construir mi propio mensaje y dejarme de discursos manidos.

martes, 12 de junio de 2018

Empanadas (políticas e) indigestas



Diciéndole adiós a esta primavera tormentosa y mientras pongo las calificaciones finales (¿Qué nos tendrán preparado los políticos con este adelanto de la convocatoria de septiembre? ¿Alguna mierda educativa más?), me percato de la empanada que llevamos a cuestas…
Hace mucho que no presto atención en este espacio a los sinsabores que nos regalan los gobernantes (y no uso el posesivo, porque míos, pocos) durante el último año. Secesionismos, corruptelas, guerras internas, intereses personales, presupuestos generales… La cosa promete, sobre todo para hundirnos más en la miseria, que es lo que ellos quieren como buenos trepas.


Mientras tanto, se deshacen en polémicas para desviar nuestra atención. Y la gente, más que atenta. Que si un ministro astronauta, que si otro tertuliano, el chalé de las seiscientas mil envidias, los hurtos de las presidentas… Un sinfín de marujiles despropósitos que dan buena muestra de eso que mueve a este país, la pandereta. Y así nos pasa, que mientras unos siguen urdiendo sus tretas, los ciudadanos nos relamemos la mierda de las comisuras.
¡He aquí el populismo, señores! Golpes de efecto, tretas, en La-de-todos, Mediaset y Atresmedia, mucho consenso (que no se note que ayer nos hinchamos a caldereta), risitas, diálogo, mucha dramaturgia, una de riñas y enfados, postureo, sencillez, humanidad, rodales en el sobaco y demagogia que no falte. ¡Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo, nenes! ¡Esto es el hemiciclo!


Así que aquí ando, con mi vaivén -como dice Darabuc- y un poquito atropellado. Deseando que nunca me nombren Ministro de Educación y Cultura (yo fusionaría los dos ministerios… total, para lo que sirven…) y que no me fusilen al día siguiente (es lo que tiene intentar ser libre, que les jode), les invito a no quedarse en lo superficial, a indagar en cuestiones menos evidentes pero mucho más importantes, como los dictámenes europeos, el pasado de los cargos y su relación con los diferentes lobbys, los intereses de los grupos de comunicación, el capitalismo y las subvenciones y un sinfín de aspectos que hacen todavía más sabrosa esta empanada de detritus a pesar de acompañarla con una caña bien tirada.


Por lo pronto y en loor de ese exquisito invento gallego, les invito a degustar Empanada de mamut, un libro más que simpático de los conocidos Jeanne Willis (texto) y Tony Ross (ilustraciones) editado por Libros del Zorro Rojo. Este álbum que en clave de humor y con cierta rima avisa del inminente desastre que puede acontecer a un grupo de humanos cuando se empeñan en joder a un pobre mamut (esto me recuerda al menosprecio evidente de la casta política hacia nosotros, los ciudadanos), es muy clarividente. Ojalá y en vez de votar pudiéramos, como lanudos mamuts, aplastarlos con un simple movimiento y acabar con este choteo en el que nadie mira por los intereses generales, sino por ellos.

miércoles, 6 de junio de 2018

Ingenios españoles



En ocasiones algunos de ustedes me reprochan que no presto mucha atención al álbum patrio. Que si este libro le encanta a los niños. Que tiene mucho éxito y no lo he incluido aquí. Que parece mentira… Entiendo sus quejas, pero evidentemente tengo dos limitaciones. La una se refiere a mis prioridades y la otra al tiempo del que dispongo. Sobre el tiempo decirles que lo intento optimizar (lo primero es comer). Sobre mis prioridades comentarles que, a pesar de reconocer que siento afinidad por los autores del entorno anglosajón, trato de diversificar mucho los contenidos. Independientes, comerciales, españoles, extranjeros..., la mayoría está presente en este habitáculo de monstruos.
De esto mismo hablaba el otro día con una colega, cuando súbitamente me increpó (porque esta es más vehemente que un servidor) “A ver, dime un álbum español que te haya gustado y por qué”… Rápidamente caí en La leyenda de Don Fermín, el último libro de Manuel Marsol (editorial SM) con el que me había topado en la librería hace unos días. Le expuse mis razones brevemente y, aunque quedó medio convencida, le prometí que haría una defensa más extensa sobre este libro. He aquí esta reseña.


Tenemos un libro “made in Spain”. Autor y editorial españolas. Pero ¿es eso suficiente? No, hay algo más... En primer lugar hay que explicar que este libro nace tras el premio que Manuel Marsol recibe de la Fundación SM en la Feria de Bologna por su trabajo en Yôkai (junto a Carmen Chica, editorial Fulgencio Pimentel), un premio con una buena dotación económica que permite a los receptores elaborar un libro con cierta calma (lo de la presión se lo tienen que preguntar a ellos).
En segundo lugar hay que llamar la atención sobre la directriz básica que la editorial da al autor para la elaboración de su álbum: el libro debe estar basado en un cuento o leyenda popular del país de origen del ganador, en este caso español. Esta premisa además de ser el nexo conector entre los títulos de los diferentes ganadores, me parece muy apetecible ya que intenta relacionar la narración oral con la literatura y el álbum, poner de manifiesto que toda literatura bebe de un patrimonio común, que tradición y actualidad van unidos de la mano.


La tercera razón por la que me encanta este libro es porque Manuel Marsol contextualiza dicha leyenda en un mundo tardo-medieval con clara influencia barroca, es decir, la embebe de nuestra esencia más ibérica ya que es el periodo de la historia de nuestro país que más clara influencia ha dejado en nuestra idiosincrasia e identidad españolas (humor, oscurantismo, diversión…), es por ello que es fácilmente asimilable por cualquier lector de aquí o foráneo.
En cuarto lugar hay que destacar todas las referencias culturales que aparecen en este libro. Desde la Fuente de los Leones de la Alhambra, las pinturas rupestres de Altamira, los guiños al arte románico (me encanta el detalle de las columnas trenzadas), el juego de la rana (¿difícil, eh?), las fiestas de gigantes y cabezudos, el Don Juan Tenorio de Zorrilla, los paisajes yermos de las dos Castillas, el azul de nuestro cielo, el toro de Osborne, sotanas y guiñoles, un Don Quijote derrotado por los molinos de viento, o la sota, el caballo y el rey de la baraja española, llenan las páginas de un libro que puede utilizarse en otras latitudes para enseñar pinceladas de nuestro patrimonio a estudiantes de español. Si a ello unimos que el ilustrador toma prestadas situaciones y personajes de cuadros como La gallina ciega y El aquelarre de Goya, la Juana la Loca del cuadro de Pradilla (El entierro de Felipe el Hermoso), El bufón el Primo o el Nicolasito Pertusato que aparece en Las Meninas ambos del genio Velázquez, la cosa se sale por los cuatro costados (¡Lo que me gustan estas “art coincidences”!).


Por último, destacar que toda la acción gira en torno a los recuerdos de niñez del propio Marsol, unos con los que me siento muy identificado, no sólo por el coche (si sus padres tenían un Golf los míos tenían un Visa), sino por el “puebling” de fin de semana.
He aquí las razones por las que este libro está aquí, algo de lo que me alegro, más que nada porque me ha hecho reflexionar sobre España desde una perspectiva estética… Quiero a mi país. Y no me avergüenzo de ello. Es el que mejor conozco. Tiene sus cosas buenas. También sus cosas malas. Ninguno es perfecto, pero con este, al menos, comparto mucho. Y eso, ya es bastante.

martes, 5 de junio de 2018

Hasta las narices de Lorca



Estoy hasta las narices del mito de Lorca. ¡Qué rollazo! Que si Lorca para arriba, que si Lorca para abajo. “¡Vamos a leer a Lorca!” “Pobrecito Federico” “Que si lo mataron por comunista, por homosexual, ¡por artista!” “¡Qué pena…!” 
Y así el tuétano se me enquista con ese discursito progre, manido y sobre todo, vago. Me hierve la sangre cuando gente mediocre y demagoga enarbola las palabras de uno de los mejores creadores de este país para diseminar su mierda y agrandar su estercolero particular. 
Lorca era Lorca. Un escritor, un dramaturgo, un poeta IRREPETIBLE y BRI-LLAN-TE. Ya basta de que algunos se hinchen el buche a su costa, de que emborronen su nombre. ¿Acaso no les da vergüenza? ¿Acaso no tuvo bastante? Desde bien temprano dando la murga con sus películas sin tan siquiera mencionar uno de sus versos??? No me extraña: no está hecha la miel para la boca del asno. Ni para políticos ni otros ignorantes que quieren apuntarse tantos. Me hacen a mí eso en mi cumpleaños y...
No nos vendan más su memoria y lean a Federico, bastardos. Y de paso déjenme pensando que los genios prefieren a los niños en vez de a los adultos desalmados.

Caracoles blancos.
Los niños juegan
bajo los álamos.
El río viejecito
va muy despacio
sentándose en las sillas
Verdes de los remansos.
Mi niño, ¿dónde está?
Quiere ser un caballo
¡tilín! ¡tilín! ¡tilín! Mi niño
¡qué loquillo! Cantando
quiere salirse
de mi corazón cerrado.

Caracolitos chicos.

Caracolitos blancos.

Federico García Lorca.
Balada del caracol blanco.
En: Poemas para niños chicos de Federico García Lorca.
Ilustraciones de Elena Hormiga.
2018. Madrid: Jaguar-Miau.




Lecciones perrunas



No sé si los chavales de antes teníamos más capacidad de sacrificio para lograr nuestros objetivos (pueden llamarlos sueños), pero lo que está claro es que sabíamos usar la ayuda que otros nos prestaban para hacerle frente a la adversidad. 
Padres, maestros, compañeros, amigos... Tardes de biblioteca compartidas, lecturas en familia, discusiones cotidianas sobre temas de actualidad... Quizá ya no existan o quizá ya no les prestemos la misma atención. Eso es lo que me dice el entrañable e inspirador libro de hoy, día en el que evalúo a mis 127 alumnos con una pizca de tristeza.

[…]

Así, de esta manera,
la joven Lebrela
con su capa roja,
patines de ruedas,
con todas sus fuerzas,
un cuento querido,
las gafas de sol,
con tres bendiciones
y una canción,
la herida de piedra,
colgante de estrella,
con dos bocadillos,
con la lengua fuera
y un par de alas
en el corazón,
la joven Lebrela
llegó la primera.

[…]

Julia Jiménez
En: Lebrela.
Ilustraciones de Mònica Solsona.
2018. Barcelona: Sd.Edicions.