viernes, 4 de diciembre de 2020

Entre moscas y ranas anda el juego


Siempre había creído que las ranas eran una entelequia, no sólo por lo difícil que es verlas (ya saben que los anfibios se encuentran en regresión), sino por la cantidad de insectos que nos asolan. 
Si no teníamos bastante con los veranos llenos de mosquitos y avispas, ahora aparecen las moscas cojoneras, una plaga que ha regresado con mayor virulencia durante las últimas semanas. No sólo se arriman al calor de mis clases (con las ventanas abiertas a todas horas, ustedes verán…), sino que también parecen haber sufrido unas cuantas mutaciones que las hace resistentes a las inclemencias meteorológicas e insecticidas varios.
Háganse a la idea: en unos años, moscas hasta en Navidad, a menos que haya una explosión de ranas, sapos y tritones y se las zampen en un santiamén. Pero hasta llegar ese día, sólo nos queda cantar y soñar, que como plan del viernes es inmejorable. 

Callaba la mosca 
callaba, callaba 
por miedo a la araña 
que sube a la hoja 
que cuelga en la rama. 
De pronto y repente 
se puso a cantar 
y vino el ratón 
y la hizo callar. 

La araña se asusta 
se acaba la fiesta: 
-Esto no me gusta 
me voy a marchar. 

Callaba, callaba, 
¿quién, quién?, 
el ratón a la araña 
la araña a la mosca 
la mosca a la rana 
que estaba jugando 
debajo del agua. 
Callaba, callaba 
mirando una nube 
que baja que baja 
que sube que sube. 

Pedro Villar Sánchez. 
En: Las ranas saben cantar
Ilustraciones de Tesa González. 
2020. España: Libre Albedrío.





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