miércoles, 31 de octubre de 2012

Pueblos... y ciudades



Sé que a más de uno, esta entrada le tocará la rabadilla, pero hace mucho tiempo que tenía ganas de comparar ciudades y pueblos, y no precisamente con la fábula de Esopo La ratita de campo y la ratita de ciudad
Aunque la mayor parte de obras literarias contemporáneas están ambientadas en la ciudad (si bien hay que puntualizar que de un tiempo a esta parte ya no son urbes gigantescas como Nueva York, Londres o Moscú, sino que predominan muchas otras de tamaño medio, esas que se aproximan a las habitadas por el lector de tipo medio), son menos las que utilizan una ambientación rural para dar forma a sus historias, cosa que no entiendo ya que las villas, aldeas y pequeñas localidades tienen tela que cortar.
Aunque no tengo pueblo en propiedad (cosa por la que doy gracias a Dios), sé un rato de ellos. No sólo de casas de cultura y de la juventud, polideportivos municipales, cristos, vírgenes, romerías y economatos, sino de la flora y fauna autóctona, que para eso me licencié en la misma facultad que Ana Obregón.


La gente de pueblo se siente orgullosa de serlo, más por vacilar que por disfrutar, porque bien es sabido que el pueblo sólo lo mentan cuando tienen que hablar de chorizos, gachas, ajo mataero y otros productos que hacen sufrir a la vesícula biliar, porque de otro tipo de actividades, no dicen ni mu. También es curioso que todos aman su pueblo por encima de todas las cosas, sobre todo si los impuestos municipales son menores que los de la ciudad en la que residen, lo que les permite gastar en albóndigas del Mercadona y especular con el precio de la vivienda en la capital, cosa que les agradecemos sobremanera… Lo mejor viene con los móviles, los reproductores de audio o las tablet, productos de primera necesidad que afianzan estrechos lazos de parentesco que unen a toda la localidad, esos en los que prima la cosanguineidad y la envidia, dos motivos más que válidos para engañarte a manos llenas cuando preguntas dónde se pueden coger níscalos o espárragos trigueros… ¡¿Quién dijo que en los pueblos no están a la última moda que lo hincho?! ¡Pasen y vean! Piercing, tatuajes, dilataciones y hasta ablaciones de clítoris son el pan de cada día en los centros escolares rurales, un gran reclamo para ciervas y ciervos en edad de merecer y aumentar la tasa de fecundidad entre adolescentes rurales…


Ante semejante panorama, no se extrañe de que Armin Greder -¿recuerdan al autor de La Isla?- haya hilado con sus fantasmagóricas ilustraciones un álbum ilustrado que pone el vello de punta y aboga por la defensa a ultranza de La ciudad (Océano Travesía) como centro de sociabilización del ser humano que huye de la soledad, en este caso tras experimentar la muerte traumática de su progenitora, una mujer que en sí misma simboliza ese microcosmos que son las pequeñas poblaciones, que arropan pero al mismo tiempo no dejan cabida para la independencia. 
¿Quizá aboga este autor por una muerte liberadora? Todo es posible...
P.S.: ¡Y Feliz Halloween! (Aunque sean de pueblo…).

lunes, 29 de octubre de 2012

Novedades con parecido razonable (2)



Tras un fin de semana en la Córdoba española sufriendo sus tortuosas calles, que además de caóticas son automovilísticamente intransitables -¡un tráfico horrible!-, disfrutando de largos paseos y degustando todo tipo de tapas (destacando las clásicas de salmorejo, flamenquines, tortilla y croquetas), regreso con esta sección que me he sacado de la manga para comparar las novedades en el género del libro álbum con lo que a mi se me ocurra, que puede ser mucho… o poco.
En el día de hoy se me ha ocurrido buscar similitudes y diferencias entre El Bunyip, una de las obras de los australianos Ron Brooks y Jenny Wagner que Ekaré ha editado recientemente en nuestra lengua, y Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary W. Shelley (si desean que cite alguna de sus variadas ediciones, les diré que me quedo con la de “Tus Libros” de Anaya).
Aunque podría parecer impensable que un álbum ilustrado se pareciese a una novela, El Bunyip deconstruye esta idea preformada en la mente de cualquier acérrimo profesor de Literatura. Basándose en las mismas dos premisas que la obra de Shelley, la búsqueda de la identidad y la necesidad de los iguales, esta obra para niños ahonda en el viaje interior de un animal, aparentemente único en la fauna australiana (siempre hay buenas excusas para instruir a los lectores en cuestiones zoológicas que no abundan en muchos libros… El pudding mágico y alguno más…), que necesita saber quién es.
Evidentemente ni qué decir tiene que un libro de escasas treinta y dos páginas no puede llegar nunca al entramado de posibilidades interpretativas y nivel de detalla que una de las obras cumbre de las letras universales, pero sí es, gracias al preciosismo de unas ilustraciones elaboradas a tinta y aguada, a cierta cadencia secuencial y cíclica de las escenas, y al ya consabido recurso de la retahíla y la repetitividad de los que se nutre la LIJ, un hermano pequeño del entrañable monstruo de Shelley en el que todos nos miramos cuando no nos comprendemos.

viernes, 26 de octubre de 2012

Dietas infantiles (3)



Y para terminar con este recorrido gastronómico atestado de quejas y pataletas infantiles que nos ha traído el lluvioso mes de Octubre, les traigo los últimos versos de esta breve antología con la esperanza de que, como a muchos nos ha pasado, las papilas gustativas se hagan más permisivas con los años y los niños del hoy puedan disfrutar con los sabores del mañana.

¡Estoy tan cansado
de desayunar
estos cereales
de nunca acabar!

Todas las mañanas
la misma canción:
yo, medio enfadado,
y mamá, peor.

Luego al mediodía,
otra discusión:
¡no quiero lentejas
que me hagan mayor!

Si mamá quisiera
darme alguna vez
tantas cosas buenas
que hay para comer…

Desayunaría
fresitas con nata
y yogur de luna
todas las mañanas.

Luego al mediodía,
un rayo de sol
(¡con patatas fritas
es mucho mejor!).

Cenaría siempre
estrellas asadas
y flecos de nube
en vez de ensalada…

¡Si mamá quisiera
dejarme probar
el zumo de lluvia
para merendar!

Teresa Broseta Fandos.
Zumo de lluvia.
En: Zumo de lluvia.
Ilustraciones de Joaquín Reyes.
2006. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Folletín pornográfico




Tras una caída libre desde la estratosfera, varios días de ¿huelga? estudiantil, dos comicios nacionalistas, y tres mil tonterías noticiosas más, nos vamos a meter en harina de la buena (no como esa con la que se amasa la basura transgénica que nos venden en forma de baguette pre-cocida) y vamos a hacer apología de la hormona a base de porno leído, que da más juego que el protagonizado por Nacho Vidal, últimamente relacionado con la mafia china (¡Qué vergüenza! ¡Nuestro semental patrio metido a mamporrero oriental!). Comienzo…
No hay ama de casa, madre de familia, novia bien avenida o mujer trabajadora, que se haya resistido a Cincuenta sombras de Grey, el petardazo editorial del 2012; lo que bien vale una reseña en este espacio que tiene cabida para todos los monstruos, aunque estos vayan más repeinados que Clark Gable, vistan trajes impecables empapados en perfume del caro, seduzcan a lo Michael Corleone y gasten un cimbrel con venas como colas de lagartija.
Existen varias lecturas en este éxito ¿inesperado? que deja claro que a las marujas también les va la marcha, sobre todo si esta viene de la mano de un hombre que tiene más parecido con el protagonista de American Psyco que con cualquier moña romanticón que desconozca que es el “fisting anal” o el “bondage extremo”. Insinúa así su avispada autora, E. L. James, que toda mujer que se precie, vive sin vivir en ella cuando un macho la empala hasta el duodeno y se rinde así a las artes amatorias en vez de a su intelecto, el propio del madurito calentón con fama de follapavas que las deja extasiadas con tanta imaginación erótica. Cosa que entiendo dado que muchas consideran el discurso feminista un tanto anticuado y obsoleto. Regresa la mujer objeto que ansía ser sodomizada en un potro de tortura para más tarde pelarle la naranja al marido, antes que hincharse a trabajar, pelarle ¡también! la naranja al marido y quedarse con las ganas.
No se muestren boquiabiertas y ofendidas, es mejor sonreír y admitir que se ponen a tope con los pasajes ardientes de este folletín pornográfico, antes que airear sus desavenencias sexuales en la puerta del colegio.
¡Literatura íntima! ¡Bendita seas!

lunes, 22 de octubre de 2012

Novedades con parecido razonable (1)





Comienzo esta sección de presentación de algunas novedades, a tenor del parecido razonable que muchas de ellas tienen con otras obras de la LIJ, bien sean noveladas o ilustradas, que lo mismo da, que da lo mismo. Esto no quiere decir que esté denunciando un plagio evidente, ya que, como casi todo lo que se reseña en este lugar, todas ellas tienen motivos de calidad que las hacen, si no imprescindibles, sí especiales.
Lo que también deben de notar es que, cuando se han leído muchos libros, es inevitable que unos recuerden a los otros ya que, la literatura, como cualquier otro proceso inventivo, está basado en los pasos y avances que los primeros dan respecto a los segundos, por lo que la creación se convierte en un entramado temporal y miscible de haceres e ideas, que no sólo consiste en revolucionar los paradigmas, sino en mejorar y actualizar las creaciones de otros que siguen funcionando entre los lectores.
La primera de estas obras otoñales con semejanzas es El soldado de plomo, del ganador del Premio Internacional de Ilustración Feria de Bolonia-Fundación SM en su edición del año 2011, Page Tsou, que como bien supondrán es una adaptación ilustrada del clásico de H. Ch. Andersen, El soldadito de plomo, remezclado con imágenes, tipografía y traducciones unas centenas de veces, entre las que también recomiendo El soldadito de plomo de Jörg Müller (Lóguez).
Además de señalar la calidad de la edición, en la que destaca el diseño de las tapas (exquisito, atractivo y con gran reclamo comercial), el formato y  la tipografía, hay que hacer un larga pausa para analizar unas ilustraciones que, además de imprimir ritmo narrativo a la historia, nos permiten descansar en cada una de ellas por diferentes motivos como son: la gama de colores cálidos que presentan (sólo he encontrado un color frío, el verde), los detalles que se camuflan en ellas, cierto aire nostálgico a caballo entre los años setenta y ochenta, y esa doble lectura que permiten, en la que el pacifismo final vence al cuento clásico inicial.
Aunque prefiero la adaptación de Jörg Müller, esa en la que se prescinde de las palabras, en la que las ilustraciones poseen un lenguaje más cinematográfico, donde el argumento narrativo está ambientado en nuestros días, y en la que el mensaje es más próximo al niño (materialismo versus utilitarismo), diré que ambas realizan un gran trabajo de reinterpretación, que al fin y al cabo, es de lo que se trata, de seguir caminando.

viernes, 19 de octubre de 2012

Dietas infantiles (2)




Está clarísimo que las papilas gustativas de los niños -como el resto de su organismo- necesitan madurar para poder apreciar los placeres de la comida, lo que no exime para no acostumbrarlos a comer adecuadamente, prescripción facultativa que pocos padres tienen presente, ya que muchos prefieren atiborrar a los hombres y mujeres del mañana con todo tipo de grasas saturadas, bollería industrial, productos cárnicos y galguerías de todos los colores, en vez de incluir en el menú semanal pescado, fruta y verdura.

Es el niño del ter-0
carnívoro cual ning-1
y antes de su desay-1
va a comprar al carni-0.

Apunta con lapi-0
los productos desea-2:
salchicón, empareda-2,
farinato, cabe-0.

Baja por la calle El Br-11,
detrás de la esteti-100,
pasa por el todo a 100
junto al puesto de la 11

Y llega al puesto de Br-1,
número cuarenta y 3,
que descansa, sin es-3,
porque no hay cliente alg-1.

Con el cuchillo de a-0
y movimientos pausa-2
corta las piezas en da-2
mientras cae un agua-0.

Y calado hasta los co-2
compra, a la vuelta, un bizc-8,
lo mira y, aunque está p-8,
lo paga de todos mo-2.

Con los dientes afila-2
de masticar embuti-2,
a la playa, dando aulli-2,
va a hacer dieta de pesca-2.

Raúl Vacas.
Niño frío. Rimas con números.
En: Niños raros.
Ilustraciones de Tomás Hijo.
2011. Madrid: SM.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Emigrantes aventureros



No me extraña que muchos se hayan decantado, como bien claro ha dejado el INE, por abandonar nuestras fronteras y seguir los pasos de esos triunfadores con los que nos bombardean desde “Españoles por el mundo” –N.B.: Creo que sería mucho más práctico hacer gala de las miserias que sufren nuestros compatriotas en otros lares, hacer saber que no es oro todo lo que reluce, y evitar así las corrientes migratorias, he dicho-.
Bien pensado, todo este tipo de engendros viajeros, además de favorecer el turismo internacional, tienen un componente educativo basado en los clichés de medio mundo que, como las novelas de aventuras de Verne, Rider Haggard, Mayne-Reid o Salgari, invitan a salir a los jóvenes que anhelan vivir en otros derroteros.
Hoy en día, en vez de internarse entre callejuelas sinuosas, capitanear barcos veleros, reparar engendros mecánicos y hacerse hueco entre lianas boscosas, los Indiana Jones del “laptop” y la ropa de Zara, se abastecen de paradas de metro, compañías aéreas de bajo coste, whatsapp y otras comunicaciones vía satélite, que bien mirado, ofrecen menos sorpresa y más cercanía. Esa vida moderna que permite currar en empresas extranjeras mientras nos creemos postrados en el sofá de nuestro salón rascándonos las peloticas, aunque sea por mera necesidad, todo sea puntualizado.
Lejos de necesidades laborales y del poco futuro que vislumbro entre las calles que paseo, soy de los que prefiere coger un clásico de aventuras y dejarse llevar por entre sabanas, desiertos pedregosos, leyendas ocultas, tribus de cosacos, mongoles o pigmeos, ríos caudalosos y todo tipo de avifauna exótica. Por ello hoy les invito a recuperar esos libros que, obsoletos y polvorientos, siguen alimentando los sueños de muchos. Por lo que si me lo permiten, les diré que aventuras hay en todos lados, hasta en el sillón del propio hogar.

lunes, 15 de octubre de 2012

Editoriales "lijeras" en televisión





Al abrigo de una huelga de estudiantes de la que prefiero mantenerme al margen y de la serie de “acertadas” declaraciones políticas que han calentado la Pilarica como si de  jotas de estilo malsonantes se tratasen (un servidor prefiere las de Andorra, Huesca o, en su defecto, “Los sitios de Zaragoza”), he decidido redactar una de esas entradas noticieras que tanto gustan a la comunidad lijera…
Hace, más o menos, una semana, el telediario de la primera cadena de TVE se hacía eco del “Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial” que ha recibido Kalandraka, esa editorial de literatura infantil y juvenil que todos conocemos, durante el presente año. Aparte de deshacerse en elogios, hacer un recorrido histórico de esta empresa, dar cera, pulir cera y vender la moto, la información hacía alusión al duro trabajo que supone comercializar un producto minoritario, el libro, en este caso dirigido a un público muy exigente, los niños.
A mi juicio, el éxito de Kalandraka se debe a una serie de factores -lejos de la publicidad, distribución y venta- entre los que se cuentan:
-          Apostar por ediciones en lenguas co-oficiales, sobre todo en gallego, retomando así la labor que durante la Transición comenzaron las pequeñas editoriales catalanas que intentaban aupar la cultura de cuño nacionalista.
-          Realizar una selección de títulos que aúnen, tanto obras actuales de factura nacional, como grandes clásicos contemporáneos que habían quedado descatalogados durante mucho tiempo.
-          Ocupar una parcela que había quedado abandonada tras la desaparición de las grandes casas editoriales de LIJ de los años ochenta y primeros noventa como Miñón o Altea.
Y para la dar la enhorabuena a esa editorial que jamás me remite ejemplares (ni solicitándolos formalmente), aquí les dejo con dos de sus novedades para este comienzo de curso, el manifiesto feminista firmado por Nella Bosnia y Adela Turín en Rosa Caramelo, y el simpático y simiesco viaje interior propuesto por el aclamado Anthony Browne en ¿Cómo te sientes?
Y si no tienen bastante literatura infantil por hoy, pásense por Google y disfruten del animado “doodle” con el que el citado portal de búsquedas ha querido deleitarnos en el 107º aniversario de la aparición de la primera tira del cómic Little Nemo in Slumberland en el New York Herald.

jueves, 11 de octubre de 2012

Leer en verano





He caído en la cuenta de que no les he hablado de las lecturas que me han acompañado durante el estío, un gran fallo que prefiero solventar con la mayor celeridad posible… ¿Por qué no hoy?
Se ve que a todo el mundo le da por leer en verano… Bajo la sombrilla, en el borde de la piscina, en la cola del paro… ¡Cualquier sitio es bueno para olvidar el calor sumergiéndose en las páginas de un libro! Una cuestión que bien recogen todos los estudios de mercado de las grandes editoriales (¿sabían que el 80% del mercado editorial español –por no decir iberoamericano- está controlado por cuatro casas editoriales?), ya que no hay ni librería, ni papelería, por pequeña que sea, que prescinda de una serie de títulos publicitados a bombo y platillo como “lecturas veraniegas”, esas que también incluyen la mayor parte de los suplementos/programas literarios de cualquier periódico, televisión o cadena radiofónica.
Aunque el negocio del papel, una materia prima mancillada hasta la extenuación desde tiempos inmemoriales, se aproxima a su fin gracias a la digitalización de todos los contenidos para los que sirve como soporte, todavía tiene bastante cuerda, aunque sólo sea entre nostálgicos, fetichistas y despistados lectores, lo que muchos escritores agradecerán con tal de vender su morralla, que en vez de aderezar una buena fideuá, sirve de colchón intelectual durante las tardes veraniegas. He aquí los ejemplos con los que se ha despachado un servidor:

Rosa cándida de Auður Ava Ólafsdóttir (Alfaguara). A caballo entre la “road movie” y el cine nórdico, ese que adolece de intimista y contemplativo, este viaje iniciático de un Edipo adolescente que a la vez que huye, intenta encontrarse consigo mismo, con su hija y la mujer que ama. Evocador, extraño y a veces, cargante.

Un viaje de diez metros de Richard C. Morais (Seix Barral). Este entretenido sueño americano a la europea de un cocinero indio, sin grandes expectativas y fácil de leer, es de lo mejorcito del verano, tanto que se  llevará a la gran pantalla próximamente. ¡Sigue creciendo el binomio literatura y cine!

Jesús me quiere de David Safier (Seix Barral). En una palabra, insufrible. De lo peor que he leído en mucho tiempo. Humor para beatos y gente básica (en el sentido intelectual de la palabra). Me recuerdan a los monólogos de la Paramount Comedy a la europea… Lo dicho: córtense las venas.

martes, 9 de octubre de 2012

"Deprisa" cuando debería ser "despacio"




Me molesta decir esto: echo de menos las vacaciones... Esa tranquilidad virtual que lo envuelve todo. Ese largo transcurrir de los minutos que, tras septiembre, queda resumido en un mero instante. Ese que sabe a salitre. Ese que sabe a tomate y melocotón. Ese que se oculta tras el horizonte del mar… Porque ahora ha llegado el trajín, el tiempo que escasea, las prisas y carreras que nos llevan a un ritmo frenético durante el que no tenemos asueto, ni paradas, ni descanso.
El otoño se presta a los pensamientos y mi cerebro vive suspendido en una nube de ideas que necesitan materializarse en una jornada de veintiséis horas. A veces veo andar las agujas del reloj más rápido que mi vida, y son otros los que me empujan a perseguirlas… Aprovechar hasta el último momento entre las sábanas, desayunar a la velocidad del sonido, correr hasta el puesto de trabajo, currar, regresar de inmediato y preparar la comida, engullir y marcharse a otros quehaceres que, aunque ociosos, necesitan atención y alta capacidad de concentración, para llegar al anochecer un tanto rendido y comenzar de nuevo ese ciclo diario que acarrea esta vida asfáltica que llevamos, es casi una parodia de lo que todos esperamos del porvenir.
¿No sería mejor un mundo sin prisas?
Afirmativo.
Es preferible ir contracorriente y decantarse por un mundo más lento que nos permita disfrutar de esa vida de cinco tenedores que nos merecemos, aunque seamos pobres (el mayor de nuestros problemas… je, je, je). Por ello, tomen buena nota de Néstor, ese niño sin prisas cuya historia nos cuenta Lucía Serrano -¡cuánto me gusta esta chica!- en su pequeño álbum ilustrado ¡Qué niño más lento!, ganador del 13º premio “A la orilla del viento” de Fondo de Cultura Económica, y no hagan caso de los segundos, horas y meses que, a modo de granos de arena, se dejan caer con aplomo sobre nuestra finita felicidad.

viernes, 5 de octubre de 2012

Dietas infantiles (1)




Teniendo en cuenta que somos lo que comemos y que hoy día, pese a la variedad de productos que nos ofrece el mercado, nuestras apetencias son cada día más “especiales”, he concluido en dedicar la entrada poética de los viernes del presente mes al infinito mundo de la gastronomía que, tan variopinto como paladares hay en el mundo, nos ofrece menús para todas las bocas.
Les traigo esta mañana, en honor a la guerra, esa que aprieta el cinto, vacía el buche y aligera el peso, unos platos tristes y diezmados, para que echen buena cuenta de nuestra fortuna culinaria…

En la guerra comíamos…
de extraordinario,
piltrafas con patatas o con arroz
los domingos,
en el colectivo comedor.
Los lunes,
lentejas rellenas
de cucarachas pequeñas.
¡Nada de qué horror!
El horror era
que se estaban matando alrededor.

Gloria Fuertes.
Menudo menú.
En: Garra de la guerra.
Selección de  Herrín Hidalgo.
Ilustraciones de Sean Mackaoui.
2002. Paterna (Valencia): Media Vaca.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Volviendo a la infancia




Sin olvidar darles las gracias por todos los mensajes de apoyo que he recibido, seguiré el camino que me marqué el día que inauguré este lugar y prestaré atención a las cosas tiernas que guardan las páginas de los libros, aunque ello me cueste algún disgusto y desavenencia…
A lo que vamos: los que no tenemos pueblo (cosa de la que muchas veces me alegro… mucho alcahueteo y poca diversión…), debemos conformarnos con un pinar cercano, el patio de la vecina o el huerto de algún familiar, sitios donde, por costumbre, suele erigirse un árbol desde el cual divisar, a modo de torre vigía, los dominios de los que, como jóvenes timoneles, solemos apropiarnos en nuestras primeras fantasías. Así, como monos danzarines, pasamos el tiempo encaramados a todo tipo de ramas, buscando sendas entre la maleza, rasgándonos la ropa con espinas escondidas y ensangrentándonos las rodillas con la áspera corteza; en definitiva, descubriendo los rincones que nos regala la infancia.
Porque reñir con nuestro inseparable amigo de perrerías, recibir un buen sopapo como castigo a alguna trastada, atar unas latas al rabo de algún perro para que nos propine un mordisco, o caerse desde lo alto de una higuera, -como el protagonista del libro de hoy, El lugar más maravilloso, de Javier Sobrino con ilustraciones de Esperanza León-, pueden ser circunstancias mínimas que, aunque nos hagan crecer, siempre nos llevan al mismo lugar que nos vio nacer: el regazo de nuestra madre.

lunes, 1 de octubre de 2012

Derecho de réplica




Aunque les parezca increíble, hoy he de ponerme serio.
Si mal no recuerdan los que me siguen con frecuencia, durante la semana pasada, utilizando como excusa los Cuentos de Chejov, realicé una crítica sobre la situación poco deseable que están sufriendo la mayor parte de los funcionarios de este país, entre los que me incluyo, abanderando así la necesidad de realizar una serie de ajustes y recortes presupuestarios dentro de la clase política, otra (si no la mayor…) de las causas que han desmoronado la estructura económica española.  
He de hacerles partícipes de que, a tenor de ello, durante el pasado fin de semana he recibido en mi correo electrónico personal sendos mensajes un tanto amenazantes, suscritos por dos partidos políticos de distinto signo (para que luego digan que aquí no hay democracia… sigo con mi acidez, que espero no me llegue nunca al píloro), a los que contesto hoy con esa educación prusiano-espartana que recibí en la niñez…
En primer lugar, señalar que me siento halagado de que presten tanta atención a mis palabras, esas que les punzan los tuétanos. ¡Ojalá sigan entrando a este lugar donde viven los monstruos y se rebocen a sus anchas del barro que son los libros!
 Seguidamente, decir que, el hecho de que se sientan malhumorados, agraviados, e incluso heridos, es una prueba fundamentada de que mi capacidad crítica tiene las contraindicaciones esperadas, lo que me llena de orgullo, no sólo porque he sabido transmitir un mensaje, sino porque he conseguido ese golpe de efecto con el que muchos sueñan, lo que no resta para admitir que siento la ironía que gasto.
Por otro lado, también he de lamentar su incapacidad para autoevaluar sus acciones. No sólo se ponen en evidencia al remitirme mensajes vergonzantes y de tan poca categoría, esa rayana a lo bajuno, sino que dan mayor credibilidad a lo que digo. Es penoso llegar a este punto, ese en el que lindan la libertad, la coacción y la censura.
Por todo ello, añadiendo un toque de literatura a esta réplica, y poniendo punto y final a incidente tan deleznable, les conmino a todos, lectores de cualquier ideología, a leer El disputado voto del señor Cayo, un tirón de orejas que Miguel Delibes dedicó en su día a todos los que creen que la política es la solución a todos nuestro males, incluidos los personales.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Regalando...




Me encanta estudiar el revuelo gallináceo que se forma en la sala de profesores cuando alguna fémina propone cierto regalo colectivo a otra compañera recién parida. Que si a Fulana bien le regalamos y a Zutana la dejamos con la miel en los labios; que si cinco, que si diez; que si fíjate el buen convite que organizó la Una y lo agarrada que fue la Otra… Y así pasamos las horas los oyentes, disfrutando de cacareos y trinos, gorgojeos y graznidos, mientras pensamos que adónde hemos llegado con tanto cumplido y tan poco fundamento: una prueba evidente de esa hipocresía tangible hacia aquellos que nos importan un carajo.

Una rosa en la ventana,
de mañana;
un verso de amor que arde,
por la tarde;
en el pecho un bello broche,
por la noche.

No se trata de un derroche
regalar a quien se quiere
regalos que no se espere
de mañana, tarde o noche.

Carlos Lapeña Morón.
Regalos.
En: Rima rimando.
Ilustraciones de Antonio Santos.
2007. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Reduciendo el Estado, eliminando políticos





Andaba yo entre “Gestión y conservación de aguas y suelos” y “Economía aplicada”, cuando, de repente, toparon mis ojos con un volumen de los Cuentos de Antón Chéjov (para más señas, la edición de Alba editorial) y, dado el soberano aburrimiento que me acometía (completamente normal…), me dispuse a leer, ¡cómo no!, Muerte de un funcionario
Era de preveer que uno de los maestros del naturalismo, fuese capaz de captar en un breve relato, el miedo al que se ve sometido el trabajador público ante el omnipresente político de turno, una figura que, además de acojonar por su casta deleznable, desprende cierto tufillo a cacique malparido, de esos que malmandan y joden a diestro y siniestro. No les extrañe tanta finura, pues ando ciertamente harto de esos que se dedican a criminalizar al funcionariado (incluido Jorge Javier Vázquez… ¡razón lleva mi padre diciendo que no puede ser bueno echarse la siesta con semejante rumor de fondo!). Los que tan gratuitamente intentan desacreditarnos, esos que se han hinchado de ladrillo y adoquín, y que a la postre arengan al populacho para henchirlo de envidia, deberían hacer cola en la guillotina para rebanarles el pescuezo a base de democracia y otros instrumentos de tortura.
¿Tanto mal hacemos a este país los trabajadores públicos? ¿Tanto se malgasta en nosotros? ¿Tanto castigo nos merecemos por matarnos a estudiar? ¿Más que esos ni-nis de barrio, que esos tronistas tatuados, que esos banqueros de brillantina?... Hasta donde yo sé -que es algo…-, en España hay miles de municipios menores de mil habitantes en cuyos consistorios dormita más de un arribista sin oficio ni beneficio que vive a costa de esa afirmación que reza “lo mío pa’ mi y lo de los demás pa’ repartir”. Más les valdría a estos ediles pesebristas, hacer caso de los maternales consejos que nos regala La Merkel, y reducir “el auténtico estado”, el de los “politi-castros”, ese que  succiona la sangre al contribuyente y diezma los sistemas sanitarios y educativos.
… Y ahora me vendrán con el rollo de la crisis expansionista, con el Tratado de Maastricht y con el sentimiento antigermánico, pero déjenme decirles que, siguiendo el ejemplo de Clint Eastwood -sin performance añadida, ni fortunas millonarias-, más nos valdría declararnos libertarios y gritar todos a una que este país nos pertenece y que los estultos gobernantes están a nuestro servicio.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Lloviendo comida





Lo confieso. Me he puesto como un atún del Mar Cantábrico. ¿Serán los miguelitos de la pasada feria? ¿Todas las “wurst” que me zampé durante el mes de julio? ¿Las ingentes cantidades de cerveza que habré mamado?... El caso es que voy a salir rodando ¡y no va a haber quién me pare!… Decidido: he de tomar un paquete de medidas urgentes (espero que no tengan el mismo efecto que las gubernamentales…) para recuperar la espléndida figura que otrora me caracterizó (rían, rían, que quién ríe el último, ríe mejor…).
He pensado que lo mejor para desengrasar el colédoco es una dieta a base de materia verde (¡ojalá fueran billetes!) y agua de Solán de Cabras, algún yogur que otro (hay que conformarse con estos derivados lácteos ya que últimamente no hay quién dé con un poco de kéfir… aprovecho para, desde aquí, hacer una llamada a la solidaridad de alguno de mis lectores, para que me remita un pedacito de ese hongo milagroso vía correo postal, por lo que le estaré eternamente agradecido) y fruta, mucha fruta -antes de que se la coman los finlandeses-. No sé si será tan efectiva como la dieta del cucurucho, pero creo que obtendré unos resultados, si no magníficos, medianamente aceptables.
Es terrible caer en la cuenta de que ya no soy ningún efebo escuálido y que no podré hincharme a tajás de tocino. Mientras sea por hacerle frente a los cambios de la tasa metabólica, la pringue: “nunca mais”. (Si siguen descojonándose de esa manera tan poco piadosa, es más que probable que el nivel de  colesterol se sitúe a los niveles de la prima de riesgo española, así que, ¡cuidaico!).
Y para despedirme en este día, en vez de Biomanán®, me he decantado por un libro en el que la comida rebosa por el lomo y la entradilla, y cuyos autores (Judi Barrett y Ron Barrett) se han hecho de oro (¡más de tres millones de ejemplares vendidos!... para que luego digan que el libro álbum está de capa caída…). Nublado con probabilidades de albóndigas, aunque no lo considero enteramente redondo (el final me dejó algo decepcionado), podría decirse que está muy pensado, no sólo por las ilustraciones, el uso del color, la referencia al nonsense y la presencia de la relación abuelo-nietos, sino por la originalidad del argumento: un batido de meteorología y gastronomía.

viernes, 21 de septiembre de 2012




Dadas las escasas muestras de cariño que se han sucedido tras mi regreso al cibermundo de la LIJ, me han entrado unas irresistibles ganas de echar el cerrojazo y olvidar la llave de todos los libros en el fondo de algún agujero oscuro, polvoriento y recóndito…, pero como soy una bellísima persona, he preferido pensar que seguirán luciendo palmito en alguna playa de la Riviera Maya, recorriendo el Kilimanjaro o compartiendo safari africano con cierto monarca europeo… ¡Y cuidado!, ¡No vayan a matar ninguna jirafa!

De la sabana la grandiosa diosa
vive encogida en una escasa casa,
mientras la vende o la traspasa pasa
las horas como mariposa. Posa

su larga lengua en la olorosa rosa,
muere de amor mientras amasa masa
de pan de avena que a la brasa asa,
pues esta altísima y hermosa osa

ser la más sílfide y fragante ante
los jóvenes de la manada. Nada
mejor para su campesino sino

que otra jirafa suplicante cante
su amor por ella y su camada amada
ponga por fin en su destino tino.

Raúl Vacas.
Niña jirafa. Soneto con eco.
En: Niños raros.
Ilustraciones de Tomás Hijo.
2011. Madrid: SM.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Regresando con monstruos y ogros


Ya era hora de que regresara del irreal mundo veraniego -para lo que he hecho acopio de un gran número de bártulos lingüísticos e irónicos-, y tomara posiciones para los meses venideros, que si no falla la bola de cristal que me he feriado este año, se presentan con bastante oleaje… Pero antes, el mamoneo de rigor: ¿Cómo están ustedeeeeees? Espero que capeando el temporal, ese que arreciará en breve, según cuentan las agoreras cabañuelas. 


La verdad es que la cosa está muy mal y “el conjunto de la ciudadanía” (N.B.: ¿Algún político sabe hablar en este país? ¿Algún periodista puede dejar de parafrasear a los políticos? ¿Algún televidente puede empezar a leer?) prefiere visitar la aldea y hacer jabón con la pringue de los chorizos, que gastarse el “Plan Prepara” en El Corte Inglés… No sufran, aquí viene un servidor, el superhéroe de las letras infantiles, ese que va encorsetado en un refajo manchego (¡Y pensar que algunos de ustedes me hacen de otras tierras!), para rescatarlos de la inmundicia que nos rodea y llevarlos hasta esa orilla donde viven los monstruos.


Y por empezar el curso académico con buen pie, el plato principal de este menú semanal amenizado de ácidos sabores, les recomiendo un clásico con el que me he topado recientemente (seguro que alguno de los blogs amigos ya ha agitado este libro ante sus narices, pero no importa, cuántos más seamos, más se nos oye…), el ¡Shrek! de William Steig (Blackie Books).


Aunque yo prefiero obras como Doctor De Soto, Irene la valiente o Silvestre y la piedra mágicdonde la pericia infantil es más que manifiesta, este álbum ilustrado, se ha convertido en uno de los más conocidos por ser el más alocado de este autor y, sobre todo, por haber sido adaptado al cine de animación de la mano de DreamWorks con ciertas licencias edulcoradas que a mí personalmente no me gustan nada (Por cierto, hagan click en este enlace para más adaptaciones al cine de animación). 


En esta historia, el artista de origen polaco-judío, narra las aventuras de Shrek, un ogro malhumorado, buscaruidos, tontarra y verde que, despedido con una patada en el trasero de casa de sus padres, va en busca de su particular princesa alentado por las palabras de una bruja. En su camino se encontrará con todo tipo de personajes y dará buena cuenta de un carácter horrible.


Echando mano del viaje iniciático, Steig compone una fábula moderna en la que resuenan elementos argumentales de los cuentos clásicos (con una estupenda vuelta de tuerca, claro está) y el Frankestein de Mary Shelley. Como es costumbre en sus obras infantiles, Steig incorpora sus tonadas y rimas para imprimir dinamismo y juegos verbales en las lecturas.
Lo absurdo, la parodia, el humor blanco y los clichés se conjugan a la perfección logrando su objetivo: divertir a cualquiera que se atreva a abrirlo.


Y ya saben, como todo quisqui lo conoce, algún bibliotecario avispado puede echar mano de él para conmemorar el fallecimiento de su autor durante este 2023, y de paso, envenenar con las palabras a los lectores del mañana.

miércoles, 13 de junio de 2012

La realidad del país y los secretos de un maestro



Siempre había creído que el gobernante, como cualquier profesional, cobraba por trabajar para los “ciudadanos” (¡qué palabra tan fea!). Craso error si tenemos en cuenta que la llamada clase política, además de enriquecerse por deshonesta, lo hace por viciosa y corrupta, una evidencia ante la que el público replica “Bienaventurados ellos que pueden hacerlo”.
Mientras los japoneses empujan la industria del videojuego y la economía española se sumerge en mitad de una tempestad en la que unos pocos se mantienen a flote, ideólogos y partidistas de toda inclinación, imponen al funcionario público putadas de cualquier índole basadas en el consabido beneplácito de las clases bajas, ese lumpen corroído por la insana envidia que asola este país. Y así ocurrirá por los siglos de los siglos, amén de una industria diezmada por las reformas europeas y una banca que viste salvavidas estimados en cien mil millones de euros –no se olvide de la fecha de caducidad...-.
También podemos hablar estos días de llevar al paredón a todos los maestros (era raro… no tanto a los médicos, se ve que esos tienen cogida la sartén por el mango -o al toro por los huevos-)… Por gandules, por las vacaciones que disfrutan, por la cantidad de deberes que sufren los alumnos de este país -poco se nota…- y por los coches que conducen (N.B.: ¿acaso no sabrán los envidiosos esa de “rebota, rebota y en tu culo explota”?)… Un servidor, en su sino de maestro, lleva grabado a fuego eso de “pásalas canutas, te lo mereces”; por lo que obviaré todas las horas de estudio, todo el dinero invertido en aprendizaje (no sé si me hubiera aprovechado más un fisioterapeuta), todos los exámenes, todos los kilómetros que acarrea mi cuerpo, todas las noches que duermo fuera de lo que llamo hogar, todas las horas que prescindo de los que me quieren y todo el esfuerzo que he hecho; tomaré buen asiento (allá donde me destierren… ¡como si no tuviera ya bastante!) pondré cara de tonto y, atónito, veré discurrir los acontecimientos que se cernirán sobre este país en los próximos años.
Y a todos aquellos encumbrados por los votantes -que no por el currículum vitae- que piensan que tras mi oficio de maestro se esconde la mejor de las vidas secretas, les dedico un libro gracioso, esta canción de desilusion y un pedo maloliente.

martes, 12 de junio de 2012

Cuando nacen los cuentos...




Cuando un cuento nace, un momento se congela, callan los hombres y una palabra brota. Las palabras se enredan en el alma, se prenden al viento y corren por el mundo. Un mundo de detalles infinitos, sensaciones olvidadas y lugares perdidos. Perdidos y encontrados, fingidos o reales, que vuelven a la vida. Una vida que, a veces áspera, a veces mullida, queda encerrada en los cuentos que congelan los momentos y hacen callar a los hombres.

jueves, 7 de junio de 2012

Preparando la celebración...




Mañana por fin terminaré los exámenes y para celebrarlo, creo que me voy a dar un homenaje gastronómico, aunque sólo sea para consolarme (esperemos no caigan muchas, ¿verdad?)... Y con tal de hacerles sentir cierta envidia, aquí les traigo el menú que Carmen Gil ha ideado para la celebración:


De primero, lo mejor:
arco iris al vapor
con salsa de nubes rosas;
del cielo, las más sabrosas.

El plato fuerte del día,
sonrisa al baño María
con guarnición muy picante:
un rayo de sol brillante.

Como postre, beso helado,
con una galleta al lado.
Y para los más glotones,
tres bombones de achuchones.


Carmen Gil.
Menú fantástico.
En: Versos de cuento.
Ilustraciones de Gusti.
2012. Madrid: SM.