domingo, 27 de noviembre de 2022

¿Eres culto?


Culto, culto y culto. No sé muy bien porqué, pero el caso es que escucho demasiado este adjetivo. O porque la gente lo utiliza con mucha ligereza, o porque estamos llegando al culmen de nuestra propia inteligencia. Quizá sea una forma de justificarse a uno mismo o de justificar a otros (Me encanta cuando me dicen “Román, parece mentira que digas esas barbaridades siendo una persona culta…” Mientras ellos me despojan de toda credibilidad, yo me río de mi incultura), pero el caso es que ahora, todo el mundo parece haber salido de los círculos ilustrados europeos. 
Sin embargo, siempre cabe hacernos una pregunta: ¿Qué es ser culto?
Si bien podríamos iniciar esta disertación con cuestiones como la distinción entre la alta cultura y la cultura popular (leer este post para profundizar en el tema) o la deriva que sufre la cultura hacia las humanidades para dejar apartadas a la ciencia y la tecnología (cuestión que también se trató en este otro post), prefiero ser algo práctico y olvidarme del significante para centrarme en el significado.
Según diferentes diccionarios, el termino “culto/a” se usa para referirse a personas cultivadas, instruidas, y que poseen muchos conocimientos. Sin embargo, hay algo más allá de esta voz que se utiliza con diferentes connotaciones. Cuando decimos que alguien es culto, ¿a quién nos referimos?


Unos se refieren a los que leen mucho, una presunción que me hace mucha gracia teniendo en cuenta que no hace distinción entre lectores de revistas del corazón, periódicos, novela histórica, ensayo filosófico o artículos científicos. Cualquier persona que se lea un par de novelas al año entra en la categoría de culto, aunque simplemente lo haga por hacer frente al insomnio, evadirse de un trabajo desolador, u olvidar un matrimonio truncado.


Otros se refieren a personas doctas en una determinada disciplina, a eruditos, a gente que se ha pasado media vida estudiando los entresijos de la historia, la ingeniería naval o la química inorgánica. Presumimos que con tanto codo han alcanzado la gracia intelectual en esa materia, pero del resto ¿qué? ¿Podríamos decir que un médico, un filósofo o un matemático son personas cultas “per se”?


En tercer lugar llamamos cultos a todo tipo de curiosos. Gente que gusta de informarse sobre esto y lo otro, que acude a recitales poéticos, conciertos, salas de museo o escuelas de idiomas, para nutrir su tiempo libre, ser práctico o socializar. Viaja, toca el clarinete en la banda del pueblo, juega con una cámara de fotos, gusta de las reliquias del pasado o se apunta a hacer una ruta de senderismo. Todo muy popular y de andar por casa. Habrá que sopesar su bagaje en alta cultura... ¿no?


También tenemos a los enteraos. Se parecen a los anteriores pero con intereses vagos o inexistentes. Parece que saben mucho pero en realidad no tienen ni puta idea. Se han aprendido cuatro títulos de memoria, practican el postureo lector, parafrasean a sus referentes, gustan de oírse y aleccionan a todo el que pillan. Todo ello en aras de adquirir estatus o echar un polvo con incautos de toda condición. Despectivamente se les conoce como culturetas. Los cuñaos son parecidos pero más feos.


Para terminar tenemos a los que yo llamo virtuosos. Personas que por su fluidez verbal, su forma de aprender o sus habilidades memorísticas son capaces de parecer cultos sin serlo. Recordar fechas, hacer cálculos matemáticos, tocar siete instrumentos o destacar por la retórica, no son signos de una amplia cultura. Quizá sirvan para ganar concursos televisivos o abrirse camino en política, pero no para ser considerados eminencias.


“Entonces, según tú, ¿nadie es culto?” Aunque es difícil dar con ellos, alguno hay. Como todo en esta vida, tiene que ver con la mirada y el nivel de exigencia.
Para mí, ser culto no se relaciona únicamente con la cantidad y/o calidad de la información que hayas atesorado en base a tu experiencia personal o académica. Es importante pero no determinante. Ser una persona culta se relaciona también con tu forma de ver el mundo o de sopesar las partes sin olvidar el todo; con ser capaz de relativizar tu mirada y cuestionar la realidad, o de discernir entre hechos y espejismos.
También tiene que ver con los demás, con dejarles ser, considerar sus aportaciones, admirarlas o discutirlas. Las personas cultas se alejan de dogmatismos y sectarismos, se equivocan, se mantienen informados y siguen construyendo un discurso conexo.
Pero, sin duda alguna, la cualidad más importante de las personas cultas es saber que LA CULTURA NO LO ES TODO.


(*) NOTA: Todas las imágenes que acompañan esta entrada son obras de la artista canadiense Holly Farrell realizadas con técnica mixta (óleo y acrílico) sobre lienzo o tabla, entre 2014 y 2019.

4 comentarios:

miriabad dijo...

Vaya tema!!!!! Todos tenemos algunas o muchas lagunas en nuestra cultura. Gente culta creo que hay poca. Pero a la vez, somos cultura: popular, o no popular. Este de la cultura es un charco que se hace ciénaga. ¿No tenían mucha cultura nuestros abuelos? Sí, sería cultura rural.

Anónimo dijo...

Toda la razón!!

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo!!! 🥰🥰🥰🥰

miriabad dijo...

Flipo con los cuadros... Convencida estaba de que eran fotos.