Migrar consiste en abandonar tu lugar de residencia para instalarte en otra parte, generalmente en otra región o país. Esto quiere decir que tenemos dos tipos de migrantes, aquellos que lo hacen en su propio país, lo que se conoce como migración interna, o quienes se van a otro país diferente, lo que se conoce como migración internacional. Si bien es cierto que estamos acostumbrados a utilizar la palabra migrantes cuando nos referimos a los segundos, no debemos olvidar a que irse de Albacete a Madrid en busca de una mejora laboral también es migrar.
Y ahora me dirán que no tiene comparación, y yo les replicaré que todo depende de las condiciones en que lo hagas. Conozco a más de uno que se ha ido con una mano delante a las grandes capitales de nuestro país en pos de un sueño y han pasado las de Caín. Malvivir en pisos patera, trabajar en los puestos más criminales, alimentarse a base de arroz, no poder costearse ni el abono de transportes y sentirse más solo que la una, es el modus vivendi de muchísima gente que se busca la vida en Barcelona, Valencia o Sevilla y no vienen precisamente de Senegal.
“No es lo mismo, Román…” Yo creo que, en vez de hablar de migración en términos geográficos, deberíamos hablar de condiciones migratorias. No es lo mismo que un neurocirujano venezolano venga a trabajar al Gregorio Marañón, que un operario de Nerpio se vaya a Frankfurt am Mein. Barreras lingüísticas, culturales, monetarias y laborales, siempre se atenúan cuando el migrante tiene una formación y posición social superior.
Con esto quiero hacerles ver que, a pesar del empeño que ponen la televisión, los políticos y las ONGs en apelar a nuestra humanidad para vendernos sus productos, hay que diferenciar entre migrantes afortunados y migrantes desafortunados. Que al final, no todos los de allí tienen tan mala suerte, ni todos los de aquí estamos a nuestros once vicios.
De entre los que tienen pocos recursos hoy les traigo a Hanielle y Alika, dos niñas migrantes cuyas historias merece la pena conocer.
La barca de Hanielle, un álbum de Emilia Arias Domínguez y Cintia Martín publicado por la editorial A fin de cuentos, nos cuenta la historia de Hanielle, una niña que emprende con su madre un viaje a través del mar. Prepara su equipaje, se despide de su abuela y sube al barco. Algo no cuadra… el texto se refiere a las imágenes pero de una manera diferente. La abuela sonríe en vez de llorar, su madre parece tranquila y serena en vez de temerosa e inquieta, los peligros del viaje no se pueden referir a una fiesta… ¿Qué pasa aquí?
En realidad esta es la historia de dos niñas que se entremezclan en unas ilustraciones realizadas por capas que sólo se pueden apreciar gracias al visor que se esconde en las guardas delanteras del libro y que nos ofrece dos perspectivas diferentes de dos protagonistas que pertenecen a realidades dispares.
En un alarde de extrañamiento y gracias al juego visual, las autoras nos sumergen en la dicotomía del viaje. ¿Ocio o necesidad? ¿Riqueza o pobreza? ¿Alegría o tristeza? Sea cual sea la realidad que vivamos, el calor materno siempre está ahí para protegernos, apoyarnos y ahondar en emociones universales a pesar de nuestro origen o condiciones vitales.
En Alika, el libro de Paco Ortega editado por Bookolia, nos cuenta la historia de otra niña que por culpa de una promesa materna se pone a reinar antes de quedarse dormida. ¿Qué será esa sorpresa de la que tanto habla mamá? ¿Flores rojas, agua fresca o el borrego que perdió?
En este libro fundamentado sobre lo poético, el autor nos invita a conocer la vida cotidiana de una niña y toda la belleza que la rodea para, gracias a un golpe de efecto final, obligarnos a recapitular para reconocer lo difícil que es dejar atrás toda esa serie de experiencias que nos aferran a nuestros orígenes, eso que los gallegos llaman morriña.
Gracias a un detalle viajero (¿lo descubren?), unas guardas que funcionan a modo de preludio o epílogo, y unas ilustraciones donde la calma, el espacio vacío, la perspectiva y las tintas medias, tenemos un libro-álbum más que notable sobre un tema peliagudo con final feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario