martes, 30 de enero de 2018

¿Te acuerdas? o cómo revivir los momentos compartidos


Si algo bueno ha traído la globalización a nuestras vidas es la posibilidad de estar conectados unos con otros a pesar de la distancia. Mientras que hace años unos cuantos cientos de kilómetros eran insalvables y estábamos condenados a alternar con la gente de nuestro mismo territorio, en la actualidad tenemos el mundo entero a nuestro alcance, no sólo por facilitarnos la tarea con los seres queridos que se han ido a currar a la Conchinchina, sino porque coincidimos con gente con la que tenemos intereses comunes o mucha afinidad, y que de otro modo sería imposible relacionarse.


Redes sociales, foros o aplicaciones de diferente índole son un buen lugar (aquí pasa como con la energía nuclear, siempre y cuando su uso sea el correcto) para echar un chascarrillo, hablar de ilustración infantil o discutir sobre panfletos y literatura (N.B.: ¿Recuerdan aquellas secciones en las revistas infantiles y/o juveniles en las que muchos chavales buscaban cartearse con otros? Seguramente buenas amistades salieron de aquellos sellos de correos...). No obstante, no siempre nos quedamos con todo aquel que conocemos (y no hablo de ligoteo, que también), sino que muchas veces desechamos a muchos candidatos después de comprobar que no son de nuestro agrado o incluso no les damos oportunidad en base a prejuicios bidireccionales.


Aunque todo esto está muy bien, les digo que no hay nada como el cara a cara. Está claro que el tú a tú construye unas relaciones sociales más estrechas. Los gestos, el lenguaje corporal, el tono de voz, su timbre, el contexto... El contacto físico, una caricia, un abrazo o un puñetazo (sí, como oyen), pueden ser el detonante de una maravillosa amistad. Se necesita más información de la que aportan las pantallas de ordenadores y móviles para constatar que la comunicación entre dos personas se eleva a otro plano. Las miradas cómplices, la sorna y la broma, coincidencias vitales, o cómo son sus amigos o familiares, son cuestiones importantes ya que muchas veces las apariencias engañan y podemos obviar personas que sí tienen mucho que ofrecernos (y al revés, que no es oro todo lo que reluce...).


Mi generación se ha criado en la calle, en los parques, en los bancos del barrio. Todo el día para arriba y para abajo, en las barras de los bares o en los campamentos de verano. Compartir vivencias más allá de la pose o lo esperado. Romper las reglas, rozar la tragedia, llorar, reír, saltar o agarrarse una melopea, aunque son hechos aislados, puntuales, pueden resultar entrañables y especiales. Quizá suenen a fuegos de artificio, superfluos o vacuos, pero si además en esa relación existe un poso, una honda cadencia, la nutren de vigor y fuerza.


Se me vienen a la cabeza todas aquellas personas que se han cruzado en mi vida y con las que he conectado ipso facto, pero que, por unas circunstancias u otras, lo que pudiera haberse traducido en una relación estrecha, no trascendió... Alguna vez que otra y por cuestiones del azar, he coincidido en el tren, en el metro, en cursos y seminarios (aviso que no soy de teléfonos ni mensajes diarios), con unas, con otros, y como por sorpresa, nos ponemos a hablar del pasado, de lo que nos pasó aquella noche, de ese viaje en el que coincidimos, o de los años de universidad, y, como por arte de magia, parece que no ha pasado el tiempo, que algo se detuvo en aquel momento y, a pesar de creerlo volatilizado, sigue ahí, coherente, intacto.


Y esos me llevan a los de siempre, a los que quedan. También a los que van viniendo porque el mundo gira, a los que nos dejan motu proprio o por capricho ajeno. De ahí salto a los que se han enfriado y a los que entregan cobijo cálido... Y a pesar de la nostalgia, del sabor ¿agridulce? que la vida te deja, cada vez me gusta más la pregunta “¿Te acuerdas?”

Zoran Drvenkar y Jutta Bauer (il.). 2017. ¿Te acuerdas? Lóguez.


2 comentarios:

Ana (Telardelibros) dijo...

Hermoso libro, y hermosa entrada :-)

Rocío dijo...

Gracias Román, un placer leerte. A mí también me gusta cada vez más la pregunta.