El otro día hablaba Llanos Campos y yo escuchaba atentamente. La actriz, dramaturga y escritora de teatro y narrativa infantil nos deleitaba con su intervención en las Jornadas Binomio Fantástico, dos días llenos de ponencias y experiencias en torno a la lectura y las bibliotecas.
Mi paisana venía diciendo que, cuando uno lee una obra de teatro, en realidad desconoce qué se esconde tras cada papel, tiene muy pocos referentes. Única y exclusivamente la voz de cada personaje y las pistas que se desprenden en su discurso. No hay que averiguar lo que dice, sino cómo lo dice. Toda una suerte de matices que dependen de nuestra propia interpretación.
Contaba Llanos que este ejercicio, no solo era una forma de sumergirnos en los personajes, sino una forma de explorarnos a nosotros mismos. Pues si bien es cierto que cuando ponemos en marcha un drama o una comedia realizamos una actividad lúdica, la vida tiene mucho de interpretación y debemos saber nuestro propio papel en cada contexto y también el que llevan a cabo los demás.
De esta idea se desprende que antaño el verbo “representar” se utilizase mucho, ya que, en un contexto social, los sistemas de creencias y valores, las llamadas convenciones, funcionan como guías en la forma de actuar diaria. Por lo tanto, aquellos que no sepan interpretar estos signos, no sabrán comportarse adecuadamente en sus respectivos ámbitos.
Imaginemos que un adolescente acude a una cena con los padres de su novia y confunde la simpatía con el descaro (les puedo asegurar que la inmensa mayoría no distinguen la diferencia entre una y otra) y se permite la licencia de contarles todas las hazañas que lleva a cabo durante las noches del fin de semana. Pensemos en otra dirección. Un profesor que es el responsable de un grupo de alumnos durante un viaje escolar y se dedica a instruirles hora tras hora y día tras día sobre geografía, historia y arte. ¿Cuál de los dos ha sabido representar su papel? Espero sus respuestas.
Además de deleitarnos con sus experiencias y algún que otro chascarrillo, la autora de El tesoro de Barracuda nos alentó a participar del teatro con nuestros alumnos, pues los beneficios eran bastante claros. Tras su exposición vinieron las preguntas, entre las que sonó una muy insistente que solicitaba nombres de dramaturgos que, como ella, se crearan para la infancia en la actualidad.
Como a ella no se le ocurrieron, aquí entra en escena un servidor que, como buen prescriptor, intentará suplir las carencias en lo que al corpus de este tipo de LIJ se refiere (Nota: en la medida de lo posible, porque como bien dijo la Campos, obras de teatro infantiles hay pocas publicadas, ya que no tienen interés comercial). ¡Allá voy!
El primer lugar les invito a que se pasen por la página web de ASSITEJ-ESPAÑA Asociación de Teatro para la Infancia y la Juventud. En ella encontrarán mucho material relacionado con esta disciplina artística. Entre todo lo que ofrece, me resulta muy interesantes su librería, en la que tenemos dos colecciones necesarias. Por un lado está la Colección Teatro, una serie de obras dirigidas a la infancia y la juventud de voces consagradas y noveles en el panorama nacional. Obras de Carmen Martín Gaite, Luis Matilla, Itziar Pascual, Paula Carballeira, Jordi Sierra i Fabra, Paco Romeu, Nieves Rodriguez Rodríguez o Lola Fernádez de Sevilla.
Por otro tenemos su Colección Ensayo, que merece un ojo clínico de todos aquellos estudiosos que quieran indagar en algunos temas que no solo envuelven al teatro infantil, sino en general a la LIJ.
Por último, no se deben olvidar de su biblioteca virtual que, en colaboración con la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes nos ofrecen casi media centena de obras dirigidas al público infantil que han sido descatalogadas y que merece la pena conocer. Creaciones de Juan Cervera, Alberto Miralles o Fernando Almena. La mayoría se pueden descargar en formato PDF, bien para realizar su lectura dramatizada o representarlas a todo trapo.
Una de las editoriales especializadas en este género dentro de nuestras fronteras es Editorial Antígona. Con varias colecciones que amalgaman teatro infantil, teatro educativo, teatro juvenil, pequeñas obras, autores españoles o foráneos, incluso teatro bilingüe. Merece la pena darse un paseo por su web y ver qué propuesta se adecua a nuestros intereses.
Algo parecido pasa con Ñaque Editorial, un proyecto especializado en el teatro, en su pedagogía, su técnica y su literatura. En su catálogo tienen dos obras dirigidas al público infantil, Teatrillo Pillo y Utopía, y muchos más títulos que se refieren a la técnica y desarrollo de las artes escénicas.
Si no conocen las obras de teatro que se incluye en Sopa de Libros Teatro, la colección estrella de la editorial Anaya, ya están entrando en su página. Clasificados por edades, encontrarán publicados los textos ganadores del Premio SGAE de Teatro Infantil que cada año convoca la Fundación SGAE en colaboración con esta editorial. Cada libro cuenta con una introducción, argumento y personajes, así como sugerencias para la dramatización de la obra en el aula.
Lo mismo sucede en la editorial SM. Bicheen en su web y descubrirán un extenso listado de obras creadas para la representación divididas en tres categorías: de 3 a 5 años, de 6 a 9 años y otra de teatro juvenil.
También se me ocurre Calcetín Teatro, el proyecto que la editorial Algar ha desarrollado para acercar obras de teatro clásicas a los más jóvenes gracias a adaptaciones realizadas por los propios autores o dramaturgos con cierto renombre dentro de este ámbito.
Por último, en formato libro-álbum se me ocurre La bruja Piruja, una obrita en verso de Carlos Blanco Sánchez y Daniel Montero Galán dirigida a los primeros lectores y publicada por Amigos de papel o La vida es juego, una fiesta de entremeses del Siglo de Oro de Jorge Padín e ilustrada por Borja Ramos que editó hace poco Kalandraka. Y en el apartado de no ficción, un pequeño manual de Juanca Alegre titulado Un juego teatral que ha ilustrado Merce Gali y publicado Parramón.
¡Y no me digan que con esto no tienen suficiente teatro!






















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