jueves, 16 de enero de 2020

Juntos



Me he pasado la vida intentando adivinar cómo es la gente con la que coincido en el metro, en el vestuario de la piscina o en las charlas sobre Literatura Infantil. Actúo como un escáner. Es un juego de observación necesario para mí. Estoy atento a cualquier detalle que me pueda proporcionar algún dato que refleje el origen, los intereses o los puntos débiles de una persona. Empiezo por los zapatos, termino por la forma de las gafas y me detengo en pendientes, tipo de coche o el vocabulario usado.
No se crean que es fácil pues hay que tener en cuenta demasiadas variables. No es lo mismo usar zapatos de plástico que unos de piel… No todo el mundo saber combinar el color de su pañuelo con el del abrigo… Hay hombres que usan bolso y otros que no… Hay mujeres que usan tacones y otras zapatos… ¿Sabían que profesoras, peluqueras y agentes comerciales difieren en marcas de ropa?... Usar un bolígrafo de los de toda la vida no tiene nada que ver con una estilográfica reluciente... ¿Laca o gomina?
Y con todos estos datos y un poquito de tiempo, soy capaz de elaborar un retrato robot de cualquiera que logre acercarse. Les sonará presuntuoso, quizá algo mágico, pero lo que tengo claro es que observa que te observa, a veces das en el clavo. Con ello no quiero decir que siempre acierte, pero al menos me divierto cuando constato las coincidencias con la realidad o si por el contrario me he columpiado.
Les invito a que practiquen este juego, pues unas veces nos ayuda a desarrollar la inteligencia emocional, otras a entrenar nuestra capacidad de imaginar (iba a decir soñar, pero puede que no sea para tanto), también a sopesar nuestros prejuicios (que no son pocos, prueba de ello son las sorpresas que nos llevamos) y sobre todo a poner a punto nuestras dotes como acérrimos observadores (se dediquen a escribir novelas, enfermedades infeccionas o a avistar pájaros).
Mientras me cuentan sus experiencias yo me quedaré aquí sentado disfrutando de uno de esos libros que dan un giro a tu mente, se divierten con ella, y la ponen a trabajar. Porque Unas personas, con texto de Jairo Buitrago e ilustraciones de Manuel Monroy (editorial Océano Travesía), no es para menos.
En primer lugar hay que decir que es un álbum que habla de lo colectivo desde la perspectiva individual de un voyeur que capta pequeños instantes de las vidas de sus vecinos: una niña, un par de amigos en un balcón y unos cuantos personajes más. No obstante, hay algo que no llegamos a comprender. ¿De dónde saca todas esas conjeturas? ¿Acaso está viendo algo que nosotros no discernimos?
Las páginas van pasando hasta que llegamos al final, en el que un plano general nos deja entrever algunos de los detalles que el autor nos ha ido dejando ver a lo largo de la narración. Observamos como esas personas de quienes nos ha estado hablando, en realidad constituyen la biota de un ecosistema antrópico llamado barrio y que todas ellas se encuentran entrelazadas de una u otra manera, algo que me ha hecho recordar obras como La colmena.
Si a ello añadimos unas ilustraciones donde la luz es desbordante, donde la voz de unos actores desdibujados (¿Acaso no podríamos ser tú o yo? Seguro que sí) en escenarios que recuerdan sobremanera a los de Hopper y sus contemporáneos, la historia puede trasladarse a otros contextos, a otros vecindarios en los que se hace más importante sobrevivir con la ayuda de todos que no hacer uso de una única mano.


miércoles, 15 de enero de 2020

Sorpresas en mitad de la noche



Pasar la noche en vela no es plato de buen gusto para nadie. No se crean que el insomnio es un chollo, se lo digo yo que anoche dormí fatal a consecuencia de un resfriado repentino que me ha lacerado las fosas nasales.
Siempre que me sucede algo así, me acuerdo de quienes recogen la basura, también de los sanitarios y sus guardias, de los camareros, los panaderos y otras aves nocturnas. “¿Cómo podrán hacerse vivos?”, me pregunto, pues la alteración de los ciclos circadianos no es que sea muy saludable. ¿¡Y pensar que hace unos cuantos años me pirraba por trasnochar!?


Y es que no sé qué tiene la noche… Encierra cierto misterio, es sugerente y desconcertante,  tiene algo de sorpresa y también de juego. En parte, quizá sean los hábitos infantiles los que tengan la culpa de esas altas expectativas pues cuando somos niños no paramos de escuchar eso de “¡A la cama que ya es hora!”, una cantinela que los padres repiten hasta la saciedad (y con razón, que si no luego no hay quien nos tenga en pie). Así pasa, que llegamos a la adolescencia y a tenor de las buenas dosis de vigilia, juerga y alevosía que nos gastamos por decisión propia constatamos que algo de todo eso era cierto, pues la noche a veces te deja boquiabierto.
Que sí, que por la noche todos los gatos son pardos y las experiencias a altas horas de la madrugada pueden ser muy gratificantes (¡Hay de cada personaje y situación…!), pero llegamos a un punto en que las sorpresas van disminuyendo y tanto la noche como el día quedan a la par en lo que a excitación y estimulación se refiere, y empieza a ganar el cansancio (No me vayan a negar que los domingos, e incluso los lunes a ciertas edades, son bastante duros después de una buena juerga).


Y con esto, llegamos a ¿Qué hacen los padres por la noche?, un libro escrito por Thierry Lenain,  ilustrado por  Barroux y publicado por la editorial BiraBiro, que se adentra en los deseos infantiles, en esos anhelos de la infancia por descubrir qué entraña la oscuridad, una etapa del día que ella invierte durmiendo pero en la que sus padres hacen otras cosas. Quizá jueguen a los indios o puede que a ver las series más divertidas de la televisión. Ella fantasea hasta la extenuación, va subiendo el tono de sus elucubraciones, su imaginación se desorbita, hasta que con incontenida curiosidad asoma el morro en la habitación de sus padres…


El final lo dejo para el lector, pues no está bien eso de destripar historias con tanto humor y mucha razón como esta que, a modo de juego insistente (la repetitividad siempre tiene su aquel) y un estilo narrativo de tipo sketch, se adentra en el ideario infantil esbozando una sonrisa.

martes, 14 de enero de 2020

De secretos, vocales y otros divertimentos


Hemos dejado atrás 2019. Comienza la rutina, la cuesta de enero se hace cada vez más empinada, y aquí sigo yo, dando guerra. A pesar de estos males menores, también tenemos algún incentivo… Que si las rebajas (cada vez peores, por cierto), que si la operación biquini (¡Que den comienzo los juegos del hambre!), o que celebrremos algunas efemérides literarias (Gianni Rodari, Miguel Delibes, Isaac Asimov, Ray Bradbury o el Barón de Münchhausen, entre otros).
Por lo que a mi respecta, intuyo que no me voy a aburrir… En el trabajo me hincharán a reuniones inútiles (que no falten de cara a la galería). En lo familiar no nos faltarán temas de discusión y alguna que otra alegría. Los amigos, ídem de lo mismo (me voy a tener que poner en modo celestino o ciertas necesidades se transformarán en conflicto). Y lo demás, como siempre: cagar y envolver.


Menos mal que me dejé unos cuantos títulos con los que entretenerme durante este mes de enero (hay que aprovechar la merma de novedades y dejar florecer algunos libros que se publicaron los meses pasados) porque si no, puedo salir loco. Por ello y sin más preámbulos, centrémonos.
Como ya estamos en la escuela he creído conveniente empezar con lo último de Ediciones Tralarí, un proyecto de autoedición abanderado por Cintia Martín, Consuelo Digón y Nuria de la Iglesia. Esta vez nos presentan El secreto de las vocales, una serie de libros de Esperanza Ortega y Cintia Martín que invita al juego, la sorpresa y la lectura. Partiendo de las vocales como denominador común, esta colección de seis libros integrados en un pequeño estuche, combinan la rima, las cancioncillas infantiles, la imaginería de los cuentos populares y los elementos del pop-up.


En primer lugar estos libros están habitados por brujas, hadas, lobos, dragones, duendes o reyes. Unos seres de cuento encargados de presentarnos las vocales. Me encantan estos aciertos metaliterarios, no sólo porque imprimen cercanía a las obras infantiles, sino porque ayudan a padres y docentes en el proceso de alfabetización de los pequeños. Si añadimos que a la vez que evocan, reinventan y enriquecen estas historias que están grabadas en nuestro niño interior, con un poco de suerte la hebra se puede estirar hasta el infinito y más allá. ¡La imaginación al poder!


En segundo lugar estos cinco secretos y su epílogo se recrean en situaciones cercanas al día a día de los críos. Los medios de transporte, la hora de irse a la cama, los títeres, o las situaciones escatológicas dan un toque de desenfado a estas pequeñas narraciones donde los juegos de palabras y las rimas se hacen patentes. Vueltas y más vueltas a la lengua. Para un lado y para otro, todo suma -incluso las erratas y algún pequeño fallo (pormenores de la autoedición que también tienen su encanto)-.




Por último, les diré que aes, íes o úes están muy bien acompañadas en estos libros donde las ilustraciones son un regalo. Empezando porque los grafemas forman parte de ellas (este alarde tipográfico me ha encantado, no sólo como referencia a los mirones infantiles, sino como recurso estético de primer orden), pasando por las letras tridimensionales que sorprenden al visitante, y terminando por una enriquecida edición (¡Hasta elementos infográficos! ¡Qué maravilla!), puedo decirles que no deben perdérselos.


Y con esto, un estornudo y una tarta de melocotón que tengo en el horno, me despido hasta otro nuevo viaje, que enero bien lo vale.


viernes, 10 de enero de 2020

¡Que empiece el 2020!



Dice mi amigo el Alfon que somos unos yonquis de la fiesta. Que cada vez que termina una época de mucho lío y diversión, pasamos el mono unos cuantos días. Dormimos fatal, nos empiezan a doler las articulaciones, sale a la luz algún achaque, aparecen orzuelos, calenturas y otras miserias. Vamos, que es preferible sentirnos vivos a estar hechos un asco...
Hay que reconocer que no estamos como a los quince años (canas, arrugas… ya saben), pero seguimos desbordando vitalidad y muchas ganas de dar el callo. No les negaré que debemos retomar los buenos hábitos (mucha agua, dieta sana, algo de deporte), pero nunca dejar que nos lleve el tiempo a su antojo, que cuando no te das cuenta se te va la vida, ¿y luego qué? Pues eso, que se acaba lo bueno. Reír, charlar, querer, jugar y respirar. Vivamos pues. Que luego todo queda en nada. Y cuando todo termine, que nos pille sin miedo, bailando.



No tengas miedo de la muerte

no hace ruido
no huele
no tengas miedo de su escarcha
no sentirás dolor
no habrá nadie
no estarás ahí
no tengas un cajón para el frío
será sólo un segundo

no tengas miedo de la muerte
lindura
somos gusanos dejando hilos de seda
sobre el agua.

Luis Eduardo García.
Te explico esto a tus quince años.
En: Una extraña seta en el jardín.
Ilustraciones de Adolfo Serra.
2018. México: Fondo de Cultura Económica.



martes, 31 de diciembre de 2019

Los posts más leídos del blog DVLM LIJ en el 2019



Despedimos 2019 y damos la bienvenida al 2020, un año que según muchos da paso a una nueva década (estrictamente no es así hasta llegar al 31 de diciembre del año que viene, pero bueno), todo sea para  hacer felices a cadenas de televisión y empresas publicitarias.
¿Que cómo ha ido el año? No me voy a quejar, pero ni fu ni fa. El trabajo, sin novedad en el frente. La familia bien, gracias. Los amigos: unos decepcionantes, otros encantadores. El amor, inexistente. Dinero, el justo. Lo más destacable es que he estado en montones de sitios, he empezado alguna que otra nueva aventura, he conocido mucha más gente y he aprendido tela de cosas. Así que sólo le pido al año venidero quedarme como estoy. En todo caso mejor, pero nunca peor. Que yo soy muy conformista.



Respecto a esta casa de monstruos decir que lleva en pie once años, que en breve llegaré a las mil quinientas entradas (Ufff… Demasiada información, ¿no creen?), y que el 2019 ha sido el año en el que me he percatado de que hay mucha gente del universo de la Literatura Infantil y Juvenil que me aprecia y respeta enormemente por este trabajo que hago en pro de los libros y la lectura. A todos ellos, déjenme decirles que el mérito es de todos. En parte mío por poner voz a lo que muchos opinan sobre ciertos temas, o a señalar libros que merecen ser leídos, en parte de todos los que se pasean por este lugar o las redes sociales (como el Instagram de los monstruos, de donde he sacado las fotos que acompañan a este post), y dejan sus “me gusta” y comentarios, que nutren mi ánimo día tras día, le insuflan vida a este lugar y dan buena cuenta que somos muchos los apasionados de la LIJ. Gracias a todos.



Sin más dilación y a pesar de una Navidad que amenaza con liquidarme (creo no ser el único), despido este 31 de diciembre con las entradas más visitadas del año, trece en total, para que puedan echar mano de ellas y leerlas por primera vez -alguna se les habrá pasado-, releerlas o recordarlas.
¡Feliz año nuevo! ¡Sean buenos! ¡Nos vemos en el 2020!

















jueves, 26 de diciembre de 2019

Un poco de humanidad por Navidad



Después de dos meses (incluso más) hinchándonos a turrón, frutas escarchadas y mantecados, ha llegado la Navidad. A muchos nos gusta pero otros tantos detestan estas fiestas.
Hay razones de todos los sabores. A unos se les hinchan los carrillos con discursos sobre el laicismo de estado. Otros esgrimen el consumismo para justificar un odio acérrimo hacia esta época del año. Están los del “porque sí”, una razón igual de válida para acostarse temprano y dejarse de marisco y cordero asado. Hay gente que no soporta el dolor de los recuerdos, de los que están en otro país o de los que nos dejaron para siempre.
Hay montones de excelentes motivos por los que aborrecer estas celebraciones, pero el caso es que, aunque la gente lo intente con todas sus fuerzas, siempre existen rendijas, mínimos resquicios por los que el llamado “espíritu navideño” consigue colarse (se lo digo yo, que de resistencia navideña sé un rato). Y cuando esto sucede y actúo como espectador, suelo preguntarme: ¿Pero es que la Navidad hace algún daño?
Las respuestas son evidentes… Gastroenteritis, resacas varias, sobrepeso, broncas, divorcios exprés, tratamientos psicológicos y cuestas de enero son los más habituales. Pero también hemos de considerar los beneficios colaterales como los reencuentros, la ilusión infantil, cierta magia, y sobre todo, una pizca de humanidad.


Solidaridad, compasión, fraternidad, unión… Llámenlo como deseen pero el caso es que en Navidad hay un pico de buenas acciones mayor que durante el resto del año (que eso de ayudar al prójimo está muy de moda). No seré yo quien ponga en duda su autenticidad, pues esto de los valores cuenta muchas veces con dobles y triples intenciones (más todavía viniendo de los políticos y otras asociaciones parasíticas), pero lo cierto es que durante esta época hay mucha gente que se apiada de las calamidades ajenas e intentan paliarlas de alguna forma, cosa que es muy loable.
Es así como llego a un álbum donde las tragedias humanas se hacen palpables, pues Migrantes, de la peruana afincada en Palma de Mallorca, Issa Watanabe (editorial Libros del Zorro Rojo), es uno de esos libros sobre una cruda realidad.


Una vez más con encontramos ante un álbum sin palabras, un álbum que nos habla sobre el drama de la migración a través de la sola yuxtaposición de imágenes. En él, un grupo de animales antropomorfos caminan errantes sobre una arboleda yerma con fondo nocturno. Emprenden un largo viaje que se dilata en el tiempo conforme avanzamos en esta secuencia de escenas a doble página. La tierra, el mar, la tierra… Un devenir que parece no acabar nunca.
En él hay que destacar varios puntos que me han resultado interesantes. Primero de todo el fondo negro. La oscuridad se cierne sobre este libro. Es una atmósfera lúgubre, siniestra, solitaria, inquietante e incluso macabra. La noche infunde temor ante lo desconocido, ese futuro expectante del migrante.


En segundo lugar, y en contraposición con el punto anterior, hay que llamar la atención sobre el colorido que llena las figuras de los protagonistas. Rojos, verdes y azules en la ropa y los hatillos. Toda una suerte de tonalidades vivas que además de ofrecer contraste estético y visual, son un canto a la esperanza, algo que también ocurre con la vegetación de las escenas, que florece y se colorea conforme nos acercamos a un final que cobra vida.


El tercer punto en el que hay que detenerse es la figura de la muerte. Como ya dije en el monográfico sobre libros infantiles y muerte, esta alegoría se mueve a caballo entre las representaciones clásicas y las más coloristas (véase la imagen donde va ataviada con un manto bordado de motivos florales y otro amarillo). Al mismo tiempo no es una mera espectadora, sino que participa de la acción, algo que por un lado la humaniza y por otro denota su importancia en los éxodos migratorios.


Aunque existen puntos en los que la narración se quiebra, es uno de los libros más hermosos que he encontrado sobre este tema, no sólo porque el formato elegido (el libro-álbum sin palabras) dé paso a todo tipo de interpretaciones y prismas discursivos, sino porque la autora elige una óptica expositiva de la acción que no intenta adaptarse a los mensajes esperados, sino que es más libre y menos sesgada.
Es así como nos vamos llenando de belleza y algo de humanidad.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Con los que importan...



Llegó la Navidad. Comercios hasta la bandera, calles llenas de luces, contenedores llenos de cajas de cartón (sin jamones ni vino, claro), sales de frutas y bicarbonato agotados, pedigüeños en cada esquina… Sí, amigos, se armó el belén de nuevo y nada podemos hacer por remediarlo. Que sí... Ya está aquí el Román para poner sobre la mesa la realidad..., con sus miserias incorporadas, que la mugre siempre le imprime carácter a las cosas...
No es para menos, señoras y señores, que todo hay que tomarlo con un poco de guasa o si no la seriedad nos amarga el dulce (¡Ay, qué hartura de empiñonadas, anguilas de mazapán y polvorones!). Y es que es difícil el no percatarse de lo hartos que estamos de vivir (bien, of course), de tanta sobra (hasta los perros están panzones), de tanto regalo y tanta ostia. Se lo confirmo: yo me he plantado este año.
Y de entre todos los virus navideños, el que más enfermo me pone es el de los compromisos, pues no teniendo bastante con bodas, bautizos y comuniones, hacen aparición los ágapes institucionalizados y otras convenciones sociales. ¿¡Qué es eso de de tanto mamoneo…!? Yo quiero estar con los que quiero, con mi familia y amigos (dedos contados que ya me dan bastante faena).


No encuentro el momento de cumplir con gente que no me inspira un aprecio real, que ni siquiera conozco ni me conoce, que son meras coincidencias y casualidades en las que mi capacidad de elección ha tenido poco que decir. No les negaré que me haya metido pocas juergas con compañeros de trabajo y otras obligaciones, pero ha llegado el momento de centrarse.
Que esa vida social tan intrincada que muchos creen tener, ni llena ni enriquece, pues la gente que quiere cumplir con todos, al final, parece vaciarse de quien está siempre. Es paradójico como tanto café, tanta cena, tanto viaje, tantos planes y tanta agenda están empobreciéndonos el corazón.
Es por eso que hoy les traigo un libro hermoso sobre los pequeños momentos que compartimos con quienes nos conocen de verdad, o al menos esa es la conclusión a la que he llegado mientras disfrutaba con Tea y Camaleón son hermanos. En este álbum de Koichiro Kashima y María Jose Ferrada, editado por A buen paso, se habla de muchas cosas, no sólo del estrecho vínculo que existe entre los protagonistas, sino de la necesidad de sentirse cerca, pues entre ellos no hacen falta ni obviedades ni formalidades.
Están ahí, en la Gran Nube de Té, en mitad de un concierto, incluso compartiendo la enfermedad. Nos susurran acerca de la familia que no es familia, de los hermanos que no son hermanos. Nos dicen tantas cosas… Que tenemos suerte de estar al lado de otros, que esos instantes son aunque no los veamos, que los busquemos, que no los perdamos, que la vida es eso: delicada poesía.



jueves, 19 de diciembre de 2019

Los mejores álbumes ilustrados infantiles del 2019 / 2019 Best Children's Picture Books


2019 ha sido un año con montones de nuevos libros infantiles, de nuevas historias con las que disfrutar. Y aquí estoy, otra navidad más seleccionando un puñado de estos álbumes en “los mejores del 2019” (N.B.: Cuando terminen esta selección pueden ver también los mejores del 2018, los mejores del 2017, los mejores del 2016 o los mejores del 2015, entre otros) una dura tarea, no sólo porque entra en juego el verbo escoger, sino porque muchas veces parece que sólo quedan estos y no es así.
Antes de empezar y como siempre, les recuerdo unos criterios de selección que siempre ayudan a entender el porqué de la presencia de unos libros y no de otros. A saber:
2019 has been a great year for new children’s books, new stories to enjoy. And I am here again selecting some of this books in “2019 Best Picturebooks", a hard decission because of two reasons: the verb “to choose” and a lot of picture books that are out of it.
Once again, I remind you my own criteria to elaborate this list:

- Seleccionar obras editadas por primera vez en castellano durante el 2019 (Este año, por tercer año consecutivo, he decidido abrir un hueco final para las re-ediciones y nuevas ediciones de obras ya publicadas en nuestro país).
- Select works published for the first time in Spanish during 2019 (I include a little space for reissues at the end).
- Seleccionar obras con aceptación entre el público infantil (¿de qué me sirve darles opciones que no les van a gustar a sus hijos, sobrinos o nietos?..., creo firmemente en las ilustraciones de calidad, en las historias hermosas, interactivas, con mucho humor, poéticas, con éxito… ¡Hay que ser práctico!).
- Select works with acceptance among children (I prefer giving you options that are going to like children, nephews or grandchildren -not to parents, aunts or grandparents, obviously...- I firmly believe in great illustrations, beautiful stories, humorous, meaningful and successful ones ... Let’s be practical!).
- Que el listado no supere los 25 títulos, que ya son…- (debe ser variado, pero no una amalgama en la que te vuelvas a perder).
- The list will not exceed 25 titles (It must be diverse, but not a huge mess in which you ever lose).
- Dividirlas en dos grandes categorías: “Primeros lectores” y “Lectores competentes” (ver AQUÍ el porqué).
-  Divide all titles into two categories: "First Readers" and "Competent Readers" (Why? see HERE).
- Combinar títulos patrios con otros foráneos. Este año, la presencia sigue en la misma línea que los anteriores. Aunque es bastante (alrededor de un 20% del total), sigo animando a nuestros creadores y editoriales en la difícil tarea de aupar la LIJ patria, y les doy mi enhorabuena por su dedicación y trabajo.
- Combine Spanish authors with foreign ones. Representing 20% of the total (more or less tan the year before), it's a good quote if we consider the big market they are insert. I encourage Spanish creators and publishers to support our Children's Literature and picture books. Congratulations to all of them!
- Incluir obras cuyas ilustraciones tengan un componente artístico-estético sobresaliente o cuya edición las haga destacar entre las demás (no olvidemos el valor intrínseco de la imagen, el formato y otros aparejos del objeto libro).
- Include works whose illustrations have an outstanding artistic or aesthetic component (Don’t forget the intrinsic value of the image!)
- Incluir títulos de poesía (¡la poesía al poder!), preferentemente originales en castellano.
- Include at least one Spanish poetry work. Long live Poetry!
- Como el año anterior, no incluyo libros informativos. Debido al aumento de este tipo de libros les dediqué una selección propia que se puede consultar AQUÍ y AQUÍ.
- I haven't included informative picture books because I made a selection of these before. You can see HERE and HERE.
-  Un año más tampoco incluyo teatro infantil (¿Me echo a llorar?).
-  I haven't included children's theater books neither (I wanna cry…).
Y así llegamos hasta los mejores libros para niños del 2019, algunos reseñados ya en este espacio y que enlazan con su respectiva reseña, otros por reseñar (perdónenme, pero no dispongo de tanto tiempo…) y algunos incluidos en el espacio de los monstruos en Instagram, enumerados por orden de complejidad lingüística creciente (que no gráfica). ¡Disfrútenlos!
So here you are the best children's books of 2019 in Spain listed in order of increasing complexity. You can also see a lot of them in my profile in Instagram. Enjoy them!


INICIACIÓN TEXTUAL / FIRST READERS






















LECTORES COMPETENTES / COMPETENT READERS





















Tomi Ungerer. Non Stop. Kalandraka.


Luis Eduardo García y Adolfo Serra. Una extraña seta en el jardín. Fondo de Cultura Económica.