domingo, 9 de enero de 2022

Niños vengativos


Ya se han terminado las fiestas. Y con ellas, aparcamos a la familia, el mayor exponente navideño, un grupo de seres humanos que comparten vínculos, generalmente sanguíneos y jurídicos, y con quienes, se supone, tienes que disfrutar de las fiestas. Todo se resume en tragar. Por obligación, por pasión. Comida y gilipolleces, caprichos y necesidades, risas y llantos. Por muy bien que se desarrolle la reunión siempre hay alguien que nos saca de quicio y dan ganas de meterle una zapatilla en la boca cada vez que la abre. Por eso yo, últimamente, la cierro. Prefiero que piensen que soy un mueble a que me tachen de esto o lo otro. De ese modo la gente que busca aprobación es feliz y yo me evito problemas.
Sólo te lo pasas bien cuando eres un crío. Te diviertes más que un tonto con una tiza. Para una vez que tienen algo de jolgorio, tendrán que disfrutar. Imaginen a esos hijos únicos de padres separados… Yo me acuerdo cuando nos juntábamos todos. Más primos que gitanos. Jugando, riñendo, corriendo, saltando. Te volvías loco. Todo con los ojos bien abiertos para no quedarte dormido aunque estuvieras muerto de sueño. El objetivo era aguantar hasta las mil de la madrugada haciendo el mono, que luego había que contarlo.


Como estabas a lo tuyo no le dabas importancia a las gilipolleces de los familiares. Que si la tía besucona (uno vale, pero doscientos…), que si la súper-mega-ordenadísima (no toques esto, no muevas lo otro, quítate las zapatillas al entrar… Yo no sé para qué invitan a nadie a su casa), que si el tío con cerebro de chorlito, que si el otro se pone como el tenazas y se lía a lloriquear, que si los de más allá riñendo por una tontuna que pasó hace mil años. Solo falta el espíritu santo dando por culo.


Menos mal que los críos pasan de todo y hacen caso omiso de los adultos, y si se les hinchan las pelotas, ya se las ingenian para poner los puntos sobre las íes, que dar el tostón poco tiene que ver con el orden lógico. Algo de lo que nos habla Revancha, un álbum de Raquel Bonita y editado por Bookolia que hace tiempo me leyó Javier Carilla. En él, su protagonista cuenta en primera persona lo aterrada que se siente por el comportamiento de un familiar. Los años pasan y ese miedo persiste. Aunque ella intenta librarse de sus impertinencias utilizando todo tipo de estrategias, al final decide trazar un plan y enfrentarse con el problema. ¿Conseguirá su propósito?


Sacando de quicio y parodiando una situación muy común en la mayoría de familias y no tanto (que a veces los amigos y vecinos también son tibios), lanza un mensaje que puede ser recogido tanto por adultos, como por niños que nos dice: todo en su justa medida. Ilustraciones de colores flúor en los que se aprecia ese toque de historieta desenfadada, textos e ilustraciones disyuntas que enriquecen el discurso, recursos del cómic, y unas guardas a modo de prólogo y epílogo, hacen de este libro una declaración de intenciones dan vidilla a una historia universal llena de humor y espíritu crítico.


Así que, ya sabéis, niños del mundo, este es vuestro libro si os sentís amenazados por el familiar pesado de turno.

viernes, 7 de enero de 2022

Un ejercicio reflexivo sobre "la vacuna" (Segunda parte)


Si en la primera parte de este ejercicio reflexivo sobre la vacuna les hablé de qué era una vacuna, cuáles eran los procedimientos para producir los dos tipos de vacunas frente al COVID-19, sus pros y contras, en esta segunda parte, teniendo en cuenta que ha pasado un año desde que se empezaron a administrar las primeras dosis y hemos podido ver sus efectos, toca reflexionar sobre diversas cuestiones.
Todos sabíamos que iba a llegar el invierno y que el virus nos sorprendería con una nueva cepa o variante (los virus nunca permanecen inmutables ya que van cambiando su material genético conforme se transmiten de un hospedador a otro). Así ha sido con Ómicron.


Según los datos que han proporcionado algunos países como Sudáfrica, Inglaterra o Estados Unidos en lo que se refiere a número de fallecidos y hospitalizados en UCI por edades y estatus de vacunación (el nuestro sigue controlando todos los datos pero no los ofrece a la ciudadanía), podemos decir que las vacunas, independientemente de su origen, han sido efectivas en lo que se refiere a prevención de los riesgos. No obstante, y refiriéndonos a este parámetro, cabe destacar que no todas las vacunas (Pfizer, Moderna, AstraZeneca o Janssen) tienen el mismo grado de efectividad, es decir, algunos se podrían haber vacunado con agua del grifo, que los efectos hubieran sido parecidos, algo de lo que ya nos habían avisado artículos científicos como ESTE y ESTE OTRO.
También hay que hablar de otro parámetro en una vacuna, lo que se conoce como prevención del contagio o esterilización. En todos los casos ha sido bastante pobre (es algo que también pasa con vacunas de otras enfermedades, las llamadas vacunas no esterilizantes). Teniendo en cuenta que más del 90% de la población española está vacunada con la pauta completa, es un dato casi obsceno que llevemos más de 700.000 contagios de la variante Ómicron en unas semanas, cuando las autoridades sanitarias nos habían vendido otra moto para que arrimáramos el hombro.
Por otro lado también debemos considerar los efectos secundarios de las vacunas, entre los que destacan los desajustes y dolores menstruales o la aparición de cardiopatías como la miocarditis. Aunque se piensa que pueden producir o agravar enfermedades preexistentes, todavía no hay suficientes evidencias científicas de ello (tranquilos, irán saliendo, como todo) y las pocas que hay se encuentran en revistas científicas de acceso restringido por lo que no os puedo enlazar ninguno (nenes, la ciencia tampoco es gratuita). 


“¿Para qué me he vacunado entonces?” Si tienes más de 67 años y la idea era la de minimizar los efectos de la enfermedad y no ser intubado, seguramente lo has conseguido. Si tienes 25, te has contagiado y has sufrido un pequeño catarro-gripe esta navidad, lo más probable es que con vacuna o sin ella, hayas tenido la misma sintomatología, algo que se venía apuntando desde que todo esto comenzó (que no me invento nada). Quizá te hayas salvado de algo más, pero eso es como el cuento de la lechera: que nos quedamos con las ganas de saberlo.
“Pero Román, si no nos hubiéramos vacunado, hubieran muerto muchos más viejecitos…” Y yo respondo que probablemente NO. Teniendo en cuenta la situación de estas fiestas, con las vacunas no hemos evitado el contagio colectivo, que era lo que nos vendían desde los púlpitos gubernamentales. Con la vacuna hemos minimizado las consecuencias a nivel individual. La vacuna nos "protege", (si es que un teenager sin riesgo ha estado alguna vez indefenso frente a este virus... NOTA: Estaría bien contrastar el efecto que ha tenido el virus en jóvenes antes y después de la vacuna), pero seguimos contagiando a tus abuelos, los ancianos que toman el sol en el parque, o la vecina octogenaria de turno. 


“Entonces, ¿para qué una (dos o tres) dosis de refuerzo?” A mi modo de ver las cosas y si existieran vacunas esterilizantes y sin riesgos (esperemos que las de segunda o tercera generación lo sean), deberían ponérselas las personas de riesgo (mayores de 60 años, patologías previas o inmunodeprimidos) y/o personas de ese mismo rango de edad que hayan sido vacunados previamente con vacunas de poca efectividad. Esto es algo que ya sucede todos los años con retrovirus como el de la gripe, una enfermedad de la que, ni yo ni montones de personas coherentes nos hemos vacunado en la vida. 
Es decir, ni mis alumnos, ni mis amigos, ni yo, necesitaríamos una tercera/cuarta/enésima dosis de esta vacuna (si es que alguna vez necesitamos la primera), ni mucho menos si hemos pillado el bicho, cuestión a la que ya están apuntando reputados inmunólogos como Alfredo Corell (la inmunidad natural es lo mejor). 
De hecho me alegro de que Papá Noel nos trajese a Ómicron y hacernos pensar a más de uno sobre la supuesta "necesidad" de enchufarnos otra dosis. Auguro que muchos, viendo lo visto, se van a ir quitando ese vicio insano de prestar su hombro para inyectarse cualquier cosa. Que luego decimos de los heroinómanos...


“¿Que ahora eres antivacunas?” Jamás he dicho eso. Le debemos mucho a las vacunas, sobre todo a las que son efectivas frente al contagio. Pero entiendo que en casos como este, en que los contagios van a más, mucha gente opte por no vacunarse, máxime teniendo en cuenta que no están perjudicando a nadie excepto a sí mismos (eso en el caso de que pillen el virus y tengan síntomas graves), ya que tanto los vacunados, como los no vacunados se contagian por igual. 
Parece que inyectarnos vacunas a troche y moche es la solución, pero nadie ha hablado de hacer inmunoensayos de anticuerpos (hay montones de personas que no saben que han pasado la enfermedad y otras que la han pasado y tienen anticuerpos para parar un camión), ni se han desarrollado protocolos de recomendación y exención vacunal.
Esa persecución que desde los gobiernos y los medios de comunicación de masas se está haciendo sobre estos ciudadanos, responde más a la incomodidad y el debate que generan sobre el poder y sus tretas, que sobre el impacto negativo que su decisión está teniendo en la salud pública (si quieren acabar en la UCI, ellos verán, que para eso pagan impuestos). Como ya explicó estupendamente Juan Manuel de Prada en este artículo, son los chivos expiatorios de la nueva religión pandémica. Y sigo con otro punto.


“¿Estás a favor de que los niños se vacunen?” Mi NO vuelve aquí. Un niño y un adolescente sanos tienen más probabilidades de morir por un accidente, una leucemia o suicidio que por las complicaciones derivadas del COVID-19. Y me dirán “Claro, como tú no tienes hijos...” Y yo les contesto: Ni quiero, solo les planteo un punto de vista desde la lógica y las evidencias. No encuentro necesidad alguna para este tipo de vacunas en niños sanos, incluso, y a pesar de mis reticencias con algunas vacunas infantiles, entiendo que se vacune antes a un niño de la Varicela-Zoster o el sarampión, que del coronavirus (el llamado "COVID-persistente" a estas edades presenta un porcentaje bajísimo, entre 2 y 4% del total de afectados y de estos, una gran proporción logrará recuperarse). 
Y para terminar con este tema y a modo de curiosidad, quiero decir que algunas de las razones que me han esgrimido los padres de niños vacunados no tienen nada que ver con la salud pública, sino más bien con el miedo infundado, la ignorancia, el postureo social y la falsa responsabilidad, psicosis y paranoia, el hiper-paternalismo, y la presión gubernamental y médica. Algo parecido sucedió con la vacunación de los adolescentes a la que se suma otra razón, la de “Me han vacunado. Soy mayor y esto es muy guay”.


“Pero hay que hacer algo, Román…, o si no esto se cronificará en el tiempo.” Desde el momento que un nuevo virus hace aparición, se abre camino inexorablemente entre la población humana. Eso es así. La gripe, el VIH y ahora el COVID-19 han venido para quedarse y la opción más plausible es aprender a convivir con ellos mediante la prevención (vacunas reales en el caso de personas con riesgo o mascarilla en interiores) y el desarrollo de terapias y medicamentos que minimicen el impacto sobre nuestra vida, como ha pasado con otros virus y sus enfermedades derivadas. Todo esto es lo que el mundo de la medicina debería estar gritando a voces y no abogar por la dejadez de funciones en la atención primaria ni el silencio en los medios de comunicación, que son el peor aliado de esta alarma social.
Lo que no tiene nada que ver con la salud pública es que los gobiernos, las farmacéuticas y otros grupos de poder aboguen por la cronificación de circunstancias colaterales que les favorecen, como son el negocio de las vacunas, el miedo social, el paternalismo de estado, la manipulación mediática, la restricción de libertades o las cortinas de humo, algo a lo que debemos ponerle fin YA (a menos que se saquen de algún laboratorio otro virus, que todo es posible...).


Y con esto y un bizcocho, la pandemia ha terminado para mí. Creo que ya está bien. Debo pasar página y vivir como me apetezca. La vida siempre es arriesgada, con COVID-19 o sin él, pero nunca debe ser inapetente o aterradora. Ustedes verán lo que hacen. Por el momento, yo tengo la firme intención de no hablar más de este bicho ni de sus cuitas. ¡Un abrazo!

miércoles, 5 de enero de 2022

Convivir con el virus


Queridos Reyes Magos:

Después de siete días encerrado, me he decidido a escribiros para pediros un poco de ayuda con la que poner algo de cordura a esta pandemia que se nos está yendo de las manos.
No sé qué pensaréis vosotros, pero yo tengo muy claro que el virus ha venido para quedarse y que, o aprendemos a convivir con él, o nos vamos a ver muy mal. Es incomprensible que teniendo en cuenta la sintomatología de la nueva variante del virus (un regalo de la naturaleza), la gente haya preferido quedarse encerrada en su casa aludiendo ingentes cantidades de miedo navideño o se pase el día haciendo cola en el centro de salud para colapsar el sistema sanitario a base de enfermos asintomáticos. Ni en los peores momentos de la pandemia había visto tanta incongruencia.


Gente que ha hecho caso omiso de todas las recomendaciones desde que empezó la pandemia, está completamente anulada, noqueada. ¿Cómo es posible? Empezamos a barajar irnos de vacaciones o no por miedo a las restricciones. Dudamos sobre contratar personal asistencial en nuestros hogares. Necesitamos hacernos 2 test de antígenos al cabo del día. Nos planteamos celebrar reuniones con nuestras familias y amigos porque alguno de ellos ha estado en contacto con el virus. Y para colmo, cuando dices que eres positivo, la gente te trata como si tuvieras una enfermedad terminal. En fin… yo sólo os pido un poco de sentido común.


Supongo que habréis visto lo mal que está la democracia por toda Europa (mira que V de Alan Moore nos venía avisando desde hace décadas, pero nada… no hay manera). Sinceramente, lo que más me preocupa, es que se utilice el cariz sanitario de todo esto para dar rienda suelta a un descontrol como el que padecemos.
Por todo ello, me gustaría que trajeseis mucha valentía a médicos, enfermeros y auxiliares para que comiencen a lanzar mensajes de tranquilidad y sembrar una convivencia armónica con el virus. Que se dejen de tanta EPI y protocolo, que atiendan con normalidad a los pacientes, que no descuiden intervenciones quirúrgicas u otras patologías, que manden a los hipocondriacos y absurdos a su p*** casa, que no permitan que se degrade su imagen en los medios de comunicación (¿os acordáis de que los tacharon de irresponsables por celebrar la Navidad con sus compañeros?) y, sobre todo, que no permitan que los políticos utilicen la sanidad para sus fines y la dirijan al precipicio. Son los únicos que pueden cambiar esa atmósfera terrorífica y asfixiante que se está apoderando de nosotros.


Y si no podéis hacerlo por arte de magia (cada vez hace falta más) a ver si podéis dejar caer en sus calcetines un librito de Sophie Gilmore que lleva por título Pequeña Doctora y la bestia sin miedo y que acaba de publicar la editorial Galimatazo. Es un librito agradable, que habla sobre el empeño de una médico por curar a un gran cocodrilo que se resiste a cualquier tipo de examen o tratamiento. Al final, el empeño y la perseverancia tendrán su recompensa y logrará “curar” su dolencia.
Tranquilo y desde la dulzura de unas ilustraciones con bonitas composiciones, contemplamos el triunfo de la pequeña sanitaria, un ejemplo a seguir para todos aquellos que son llamados por la vocación médica.
¡Ah! Y si pasáis por casa de la traductora, preguntadle por qué se ha empeñado en usar “doctora” con lo bonita que es la palabra “médico”.


Y poco más… Espero que la noche os sea liviana. Un abrazo,

Román

P.D.: Este año, en vez de anís, os he dejado un orujo de fresas bien rico que hice la primavera pasada para que os salga la alegría por las orejas.

martes, 4 de enero de 2022

J. K. Rowling o rebota, rebota, y en tu culo explota


Como he pasado tantos días incrustado en el sofá, me he mantenido al tanto de todas vuestras miserias gracias a las redes sociales. Entre las penas que os afligen me he topado con la polémica suscitada por la casi total ausencia de J. K. Rowling en el especial de Harry Potter emitido estos días con motivo de los 20 años del estreno de la primera película de su versión cinematográfica. Tan solo 30 segundos apareció esta mujer en pantalla, el cenit de la censura impuesta por HBO y Warner Bros a consecuencia de que hace unos meses, la autora se hiciera eco en Twitter de un artículo que hacía referencia a las mujeres con el término “personas que menstrúan”. Instantáneamente los colectivos transexuales se abalanzaron a su pescuezo y, apoyados por los palmeros de turno, liaron la de San Quintín. Tanto, que una de las que fuera abanderada de la llamada causa feminista ha recibido amenazas de muerte como para empapelar su casa.


Dejando a un lado los dimes y diretes de los actores, me uno al circo (para una vez que la cosa tiene que ver con la llamada Literatura Infantil, no puedo hacer menos) y echo más leña a la hoguera de estas vanidades. 
La verdad es que me importa muy poco lo que opine esta señora, y me preocupa menos todavía que la saquen o no en el citado especial (Seguramente haya accedido muy gustosa teniendo en cuenta el negocio que se ha montado. A nadie se le ocurre perder 1200 millones de dólares de su cuenta corriente por una torpeza). Lo que sí me preocupa es el nivel de la peña, máxime teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de quienes entran al trapo en estos asuntos tienen menos de 35 palos.


A mí, que siempre me han enseñado a buscarme las castañas por cuenta propia, que, como a mucha gente, no me han regalado nada, y que he aguantado carros y carretas, todas estas gilipolleces son como recibir una patada en el hígado. Las llamadas minorías, otro instrumento más de una ingeniería social que solo intenta dividir a la ciudadanía en facciones y continuar perpetrando esos juegos del hambre en los que se ha convertido occidente, me dan mucha pereza. Ese macro-negocio donde la moral ha quedado distorsionada por ismos, pandemias y complejos, y donde el supuesto bienestar se alcanza gracias a la pérdida de libertades, es sencillamente asqueroso.


Yo no me las he tragado dobladas para que estos niñatos que usan el teléfono móvil desde que maman y a los que nadie ha enseñado a gestionar su vida para vivir sumisos a los dictámenes del sobreprotector y omnipresente papá Estado, me tengan sometido a sus caprichos de púberes mimados, mantenidos y lobotomizados. No. Necesitamos ciudadanos maduros que sepan pensar por sí mismos, que dejen de parafrasear discursos de televisiones, psicólogos y asistentes sociales, que dejen de clamar censura y venganza, y, sobre todo, que aprendan a respetar a todo el mundo. A los antivacunas, a los transexuales, a las amas de casa, a los negros, a los de derechas y a los de izquierdas. Yo no quiero vivir en la dictadura de lo políticamente correcto ni haciendo uso de sus artimañas ni censuras (aquí un artículo extenso sobre este tema). Me apetece decir, oír y leer lo que quiera. No necesito cortapisas, ni que me arrullen con cantinelas inertes para vivir en un mundo de fruta escarchada. Necesito animación, disensión, un poquito de guerra, pero nunca que me impongan una ideología creada ad hoc y que me recuerda a ese “anillo para gobernarlos a todos, para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas”... 
Y el que quiera una vida de color de rosa, que se meta en una burbuja que probablemente, y ni aun así, se librará de los sinsabores de este mundo.


¡Ah! Y querida, J. K. Rowling: aunque te hayan dado de ostias, sé que tú eres una tipa lista y rápidamente le darás la vuelta a la tortilla. No voy a negar que siento una pizca de satisfacción al saber que te has llevado un rapapolvo, ya que tú, con tu (para)literatura -una que otrora consumí como lector y espectador-, has contribuido en parte a crear este mundo buenista y absurdo. Así que, como dicen en mi pueblo, donde las dan, las toman. Creo que ha llegado el momento de hincharte con tu propia medicina.


*N.B.: Todas las ilustraciones son obra de Jim Kay y pertenecen a las ediciones ilustradas de los libros de Harry Potter que edita en nuestro país Salamandra.

viernes, 31 de diciembre de 2021

Los posts más leídos del blog DVLM LIJ en el 2021


Decimos adiós al 2021, el año en el que parecía que el dichoso virus nos iba a dejar en paz de una vez por todas. Pero no, todavía tiene que dar unos coletazos. No sé muy bien porqué. Quizá interese a las farmacéuticas, a las grandes fortunas, a las eléctricas o a los políticos. El futuro es incierto, así que más les vale estar ojo avizor por lo que pueda pasarnos, que las libertades merman cada mes que dejamos atrás y ya veremos si algún día las recuperamos.


Seguimos pasando frío en las aulas y viendo gente acojonada a nuestro alrededor, pero al menos tuvimos un largo paréntesis con las mascarillas y nos han ido dejando entrar en los bares, en las bibliotecas e incluso en los centros de salud, un milagro teniendo en cuenta lo bien que vivían algunos con la nueva normalidad. Si bien es cierto que la economía ha mejorado una miaja, no canten demasiada victoria (no sé si han visto la inflación que nos acucia…).


Del 2021 me quedo con el mes y pico que invertí en el Camino de Santiago, sus gentes y sus lares. Fue un lapso de tiempo necesario para vivir y resetearme como ser humano. Todo fue perfecto, no faltó ni sobró nada. También ha sido el año en el que he regresado a la ciudad y he dejado de ser un maestro rural. Después de 16 años creo que podrán prescindir de mí. Y sobre todo, ha sido el año en el que he aparcado el pasado. Toca mirar hacia dentro y hacia delante. El tiempo es mío y lo que me acontezca también.


En lo que respecta a este sitio de monstruos, decir que últimamente denoto mucho cansancio en los últimos meses y empiezo a necesitar un cambio. Todavía no sé cómo he superado las mil setecientas cincuenta entradas y me acerco a los dos millones de visitas (una cifra que no está nada mal teniendo en cuenta lo minoritario de la LIJ).
Sobre el perfil de Instagram, uno de donde he extraído las fotos que acompañan esta entrada, poco hay que decir. Ya saben cómo son las redes sociales, unos días bien, y otros no tanto.
No obstante, sigo dando las gracias a mis fieles seguidores, a todos ustedes, los que comentan, comparten y discuten en esta casa llena de libros para niños que tantos buenos momentos nos da.


Y como en todo anuario, y a pesar de una Navidad con mucha histeria colectiva, despido este 31 de diciembre con las entradas más visitadas del año, catorce en total, para que puedan echar mano de ellas y leerlas por primera vez -alguna se les habrá pasado-, releerlas o recordarlas.
¡Disfruten de esta nueva vuelta al sol! ¡Lean mucho, hagan cosas nuevas, sonrían, lloren, sean libres y, sobre todo, sean felices! ¡Nos vemos en 2022!





























jueves, 30 de diciembre de 2021

Los mejores álbumes ilustrados infantiles del 2021 / 2021 Best Children's Picture Books


Dejamos 2021, el año de la verdadera distopía, un año en el que la sociedad ha interiorizado los miedos y cambiado su comportamiento, para rendirse al sinsentido y la protección ficticia que ofrece los políticos, sus gobiernos y otros medios de poder los manipulen a su antojo. En resumen, se ha normalizado lo anormal. Por eso yo intento refugiarme en los libros para niños, unos que a veces me sacan de quicio con su buenismo y otras me hacer revivir como la mala yerba. Por ello aquí estoy, otro fin de año más, seleccionando un puñado de estos álbumes en “Los mejores del 2021”, una difícil tarea, no sólo porque entra en juego el verbo escoger, sino porque muchas veces parece que sólo interesan estos, y no es así.
Antes de empezar y como siempre, les recuerdo unos criterios de selección que siempre ayudan a entender el porqué de la presencia de unos libros y no de otros. A saber:
2021, the distopic year. Society has changed and I need to take refuge in children’s books and their stories. Here I am again to select some of these books in “2021 Best Picturebooks", a hard decission because of two reasons: the verb “to choose” and a lot of picture books that are out of it.
Once again, I remind you my own criteria to elaborate this list:

- Seleccionar obras editadas por primera vez en castellano durante el 2021 (Este año, por quinto año consecutivo, he decidido abrir un hueco final para las re-ediciones y nuevas ediciones de obras ya publicadas en nuestro país).
- Select works published for the first time in Spanish during 2021 (I include a little space for reissues at the end).

- Seleccionar obras con aceptación entre el público infantil (¿de qué me sirve darles opciones que no les van a gustar a sus hijos, sobrinos o nietos?..., creo firmemente en las ilustraciones de calidad, en las historias hermosas, interactivas, con mucho humor, poéticas, con éxito… ¡Hay que ser práctico!).
- Select works with acceptance among children (I prefer giving you options that are going to like children, nephews or grandchildren -not to parents, aunts or grandparents, obviously...- I firmly believe in great illustrations, beautiful stories, humorous, meaningful and successful ones ... Let’s be practical!).

- Que el listado no supere los 25 títulos, que ya son…- (debe ser variado, pero no una amalgama en la que te vuelvas a perder).
- The list will not exceed 25 titles (It must be diverse, but not a huge mess in which you ever lose).

- Dividirlas en dos grandes categorías: “Primeros lectores” y “Lectores competentes” (ver AQUÍ el porqué).
- Divide all titles into two categories: "First Readers" and "Competent Readers" (Why? see HERE).

- Combinar títulos patrios con otros foráneos. Este año, la presencia es mayor que el año pasado (alrededor de un 30%) por lo que doy mi enhorabuena a nuestros creadores y editoriales.
- Combine Spanish authors with foreign ones. Representing 30% of the total (more than the year before), it’s necessary Spanish creators and publishers to support our Children's Literature and picture books.

- Incluir obras cuyas ilustraciones tengan un componente artístico-estético sobresaliente o cuya edición las haga destacar entre las demás (no olvidemos el valor intrínseco de la imagen, el formato y otros aparejos del objeto libro).
- Include works whose illustrations have an outstanding artistic or aesthetic component (Don’t forget the intrinsic value of the image!)

- Incluir títulos de poesía (¡la poesía al poder!), preferentemente originales en castellano.
- Include at least one Spanish poetry work. Long live Poetry!

- Como el año anterior, no incluyo libros informativos ni boardbooks. Debido al aumento de este tipo de libros les dediqué una selección propia que se pueden consultar AQUÍ y AQUÍ (informativos) y AQUÍ y AQUÍ (libros de cartón).
- I haven't included informative picture books (non fiction) and boardbooks because I made a selection of these before. You can see HERE and HERE, informative ones, and HERE and HERE, toddler books.

- Un año más tampoco incluyo teatro infantil (¿Me echo a llorar?).
- I haven't included children's theater books neither (I wanna cry…).

Y así llegamos hasta los mejores álbumes para niños del 2021, algunos reseñados ya en este espacio y que enlazan con su respectiva reseña, otros por reseñar (perdónenme, pero no dispongo de tanto tiempo…) y algunos incluidos en el espacio de los monstruos en Instagram, enumerados por orden de complejidad lingüística creciente (que no gráfica). Y si se quedan con ganas de más selecciones de este tipo, les recomiendo que le den a ESTE ENLACE y echen un vistazo a las de años anteriores. ¡Disfrútenlos!
So here you are the best children's books of 2021 in Spain listed in order of increasing complexity (more or less). You can also see a lot of them in my profile in Instagram and all the previous selections HERE. Enjoy them!


INICIACIÓN TEXTUAL / FIRST READERS









































LECTORES COMPETENTES / COMPETENT READERS






































REEDICIONES DURANTE 2020





Jacques Benoit. La noche de la visita. A buen paso.